Monopolio ‘democrático’

    Por Gerardo Hernández González

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    En conversaciones separadas con los periodistas Daniel Valdés y Rodolfo Pámanes, de El Diario de Coahuila, cuatro exgobernadores defienden su legado, reflejan su personalidad, narran cómo afrontaron las dificultades económicas, y se respetan entre sí. No hay crítica; si acaso, referencias oblicuas. Todos están retirados de la política en contra de su voluntad y solo uno forzado por las circunstancias. Tres ocuparon cargos en la administración federal y en el Congreso. Eliseo Mendoza y Rogelio Montemayor fueron los últimos nombrados desde el centro; Enrique Martínez ganó la candidatura en el primer proceso interno del PRI, y Humberto Moreira la arrebató.

    Para el decano de los mandatarios (Mendoza, 88 años), la permanencia del PRI en el poder, durante nueve décadas la explican los «buenos gobernantes priistas (…) y la confianza de los coahuilenses. (…) Esto ha ayudado a que tengamos un estado sin alternancia, pero (…) ha sido democráticamente». Sin embargo, no la descarta: «nadie es para siempre: ni se gana para siempre ni se pierde para siempre».

    En 2017, los coahuilenses castigaron a Humberto y a Rubén Moreira en las urnas por la deuda y otros desmanes. La votación del PRI se desplomó en casi un cuarto de millón de votos con respecto a la elección previa y su candidato Miguel Riquelme estuvo a menos de tres puntos de perder. Dos días después de los comicios, en Saltillo, Torreón y otras ciudades, más de 60 mil personas salieron a las calles para protestar contra la corrupción y el «fraude electoral».

    Hombre del viejo sistema, Mendoza coloca a Riquelme en las antípodas de su predecesor. «Una de sus cualidades —le declaró a Daniel Valdés— es que no es protagónico (tiene) mucha disciplina en el trabajo, pero también mucha discreción». Los márgenes de maniobra de Riquelme son demasiado estrechos. Financieramente, está atado por la deuda de 38 mil millones de pesos —herencia de los Moreira—. En términos políticos, tampoco tiene el control del Congreso y, excepto Saltillo, los municipios más fuertes los gobierna el PAN y UDC. Adicionalmente, los Moreira no dejan de entremeterse en asuntos del estado.

    La cercanía entre el gobierno y el PRI, así como «una buena selección de candidatos» son clave para las futuras elecciones —en 2019 se renovará el Congreso local—, dice Mendoza. «A veces el pueblo no está conforme y busca otras opciones. Como es el caso ahora de Morena. Es algo que no esperábamos, creo que ni el propio presidente Andrés Manuel López Obrador esperaba esa votación tan alta. Es porque la gente quiere el cambio y busca otras alternativas, y ahí tenemos la alternancia», señala.

    En el sexenio de Mendoza se creó el Impuesto Sobre Nóminas (ISN), principal fuente de ingresos propios del estado casi por tres décadas; este año generará dos mil 664 millones de pesos. El exgobernador recuerda cómo se logró el asenso de los empresarios: «quedaron conformes (…) porque ese dinero no iba a entrar a la caja del Estado, sino que se formaría un fideicomiso, con un comité técnico, donde se tomarían las decisiones sobre las obras a realizar (…)».

    Los gobiernos sucesivos desnaturalizaron ese propósito y emplearon el ISN a su arbitrio… incluso como garantía de la megadeuda. Para ello contaron con la complicidad del Congreso y de las cámaras empresariales. En los primeros años, el producto del impuesto se invirtió en los municipios donde se generaba. Después cambió la historia.

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