Presidente rufián

    Por Gerardo Hernández González

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    En algunos países de América Latina los presidentes acusados de corrupción huyen, renuncian, son defenestrados, están tras las rejas o se pegan un tiro. Apenas el 17 de abril pasado, el peruano Alan García, de 69 años, se disparó en la cabeza para evitar ser detenido; cuatro horas después falleció.

    En México, los presidentes mueren de risa. Hasta hoy ninguno, ni los más venales, ha sido tocado siquiera con el pétalo de un citatorio. Enrique Peña Nieto podría ser enjuiciado en Estados Unidos por supuesto soborno en la compra de Grupo Fertinal; y en México, junto con Carlos Salinas de Gortari, por el caso de Juan Collado, detenido el 9 de julio por la Fiscalía General de la República bajo cargos de lavado de dinero y delincuencia organizada en su gestión como presidente de la Caja Libertad.

    Según El Universal, un “informante” entregó al Departamento de Justicia estadunidense y a la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) un expediente sobre el caso, bajo pena de perjurio. “El nombre de Peña Nieto se menciona en la documentación que está en poder de las autoridades estadunidenses y que apunta a su ‘aprobación’, a cambio de sobornos, para que el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, pagara 635 millones de dólares por Fertinal” (18.06.19).

    La operación se realizó en 2015 sin tomar en cuenta observaciones de la Auditoría Superior de la Federación y de las consultoras PricewaterhouseCoopers (PwC) y Binder Dijker Otte (BDO), según las cuales la productora de fertilizantes se hallaba en virtual quiebra: disponía de 12 mil dólares en efectivo y sus pasivos bancarios eran por 264 millones de dólares.

    “Aun así, Lozoya habría recibido autorización (…) para adquirirla y entregar a Fertinal 51 millones de dólares para un reparto de dividendos antes de la operación de compraventa”.

    Sobre el monto de la compra y la supuesta coima al expresidente, el testigo declaró a la SEC: “El pago excesivo fue posible gracias a la aprobación de la transacción, mediante el soborno –a Peña Nieto– que el accionista mayoritario de Fertinal, el empresario italiano Fabio Massimo Covarrubias Piffer pagó utilizando el fideicomiso 470 que se creó para formalizar la operación (…). Ese fue el mecanismo a través del cual se pagó el soborno”, dice El Universal.

    Covarrubias es uno de los beneficiarios del mexicanísimo capitalismo de compadres. “En 1998 –de acuerdo con el diario– ganó la subasta pública de una de las dos partes del monopolio de la producción de fertilizantes en sociedad con Rogelio Montemayor, uno de los hombres cercanos al expresidente Carlos Salinas de Gortari y que más tarde fue director de Pemex con Zedillo”.

    En su confesión al Departamento de Justicia y a la SEC sobre el caso Pemex-Fertinal, el informante cita a Ricardo Salinas Pliego, presidente del Grupo Salinas. “Covarrubias tenía a Salinas —en un aprieto— debido a ciertos pagos de soborno a Peña Nieto”.

    El expresidente escapista, a quien solo el 3% de los mexicanos le creía “mucho” hacia el final de su sexenio (GEA-ISA, 28.06.17), refutó en Twitter los señalamientos. “Rechazo categóricamente las falsas imputaciones en mi contra, publicadas esta mañana en distintos medios y atribuidas a un supuesto informante. No es la primera vez que se pretende inculparme de mala fe y sin fundamento alguno. Por supuesto, mienten”.

    En este caso, Peña no es investigado por la Fiscalía General de la República o la Secretaría de la Función Pública, que en 2015 lo exoneró por el escándalo de la “casa blanca”, sino por el Departamento de Justicia y la SEC de Estados Unidos donde los corruptos no tienen fuero.

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