1984

    Por Marcos Durán Flores

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    Ni aún el escritor George Orwell en su libro “1984”, imaginó que algún día se crearía la “policía del pensamiento” y que gracias a la tecnología sería posible escuchar y leer todo lo que la gente dice. Ni aún “El Gran Hermano”, el personaje central y dictador del ficticio país de Oceanía, tuvo acceso a tal cantidad de información obtenida gracias un extraordinario plan para vigilar las acciones de todos y de todas en aras de la seguridad.

    Eran las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial en 1949, cuando Orwell publicó su novela “1984”, en donde nos presentaba un país totalitario que controlaba cada aspecto de la vida de sus habitantes, incluidos sus pensamientos. Oceanía estaba regida por un grupo que se hace llamar “El Partido”, institución que, buscando una “sociedad ideal”, termina afectando los derechos individuales de sus ciudadanos.

    “1984”, es una obra en donde Orwell advierte sobre los terribles peligros que los humanos hemos creado y consentido en la búsqueda del orden y la seguridad. En Oceanía, los ciudadanos se habían convertido en esclavos de su gobierno. Estaban seguros, pero esclavizados pues el “Gran Hermano” todo lo ve y todo lo escucha.

    Hace años supimos que las agencias de seguridad e inteligencia de los Estados Unidos. Monitorean cualquier tipo de comunicación : Internet con todas las redes sociales y por supuesto las llamadas telefónicas. Las propias compañías de comunicación participaron. Desde Apple, Google, Facebook, Verizon hasta ATT. Jamás se informó a nadie ni se solicitó la autorización de alguna autoridad judicial ni mucho menos a los millones de personas cuyas voces y mensajes han sido grabados y revisados por la Agencia de Seguridad Nacional.

    La NSA actuando como el “Gran Hermano”, supervisa y controlar las comunicaciones y el Internet para defenderse del terrorismo internacional. Al desatarse el escándalo, los que están a favor de estas prácticas aseguran son necesarias y que gracias a ellas se han logrado desactivar muchas amenazas. Incluso afirman que de haberse realizado este espionaje a gran escala, se hubieran evitado los ataques del 11 de Septiembre de 2001.

    Sus argumentos son “Tú no puedes tener 100 por ciento de seguridad con 100 por ciento de privacidad y tener 0 por ciento de inconvenientes”. La vigilancia a todo y a todos es necesaria para prevenir y lograr la seguridad, se ha convertido en su máxima tesis.

    Pero por otra parte, los defensores de las libertades civiles dicen que el secreto de las comunicaciones juega un papel crucial en una sociedad libre y democrática. No están en contra de la vigilancia a personas relacionadas o susceptibles de cometer actos terroristas pero hasta ahí. Lo demás acusan, raya en un estado totalitario que tiene por sospechosos a todos sus ciudadanos. Advierten que en las manos de gente sin escrúpulos, la información obtenida de la vigilancia masiva es una poderosa arma de cualquier gobierno, empresa o institución

     Esto encaja con el anuncio hecho por el gobernador de Coahuila Miguel Riquelme de la instalación de Mil 100 nuevas cámaras de video vigilancia para seguridad pública de las cuales 400 quedarán en Torreón y otras 400 en Saltillo. El resto se distribuirán en las demás ciudades grandes del estado, a la entrada y salida de las carreteras, así como en sus principales vialidades.

    Habría que ver primero si este anunció no queda solo en eso. Y es tal parecería, que en la voluntad del mandatario solo avanzan las acciones y obras del gobierno que puedan ser –redituables- y ustedes saben a lo que me refiero. Se dice de una empresa china que tiene adelantado el trato y sería la probable ganadora.

    Pero independiente de eso, en fondo es el ataque a la privacidad pues esto bien podría tratarse de un capitulo más del libro “1984”, una excusa para espiarnos por “nuestro propio bien” “por nuestra propia seguridad”. En lo personal, me opongo a un mundo en donde se grabe todo lo que digo o hago.

     Hace casi 250 años, Benjamín Franklin, uno de los más grandes hombres de su tiempo dijo: “Cualquier sociedad que renuncie a un poco de libertad para ganar un poco de seguridad, no merecen ninguna de las dos cosas”. Desconozco si tenía razón, pero lo cierto, es que nunca imaginamos lo peligrosa que puede llegar a ser nuestra seguridad.

     

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