Una impostura afortunada

    Por Marcos Durán Flores

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    Una creencia ampliamente difundida es que Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día, un 23 de abril de 1616. Pero los expertos ya han rechazado esto. Aseguran que el “Manco de Lepanto” murió el 22 de abril y que Shakespeare murió de cáncer un 23 de abril, pero del calendario juliano, que se utilizaba entonces por Inglaterra dentro de las interminables disputas religiosas con el Vaticano, que impulsaba la utilización del calendario gregoriano que hoy rige a casi todo el mundo. Así que una vez que se ajustó el calendario, en el Reino Unido, sabemos que “El Bardo de Avon” murió en realidad un 3 de mayo del año 1616. Se trata pues de una impostura, en este caso afortunada.

    No es la primera vez que la historia se equivoca. Todos conmemoramos el nacimiento y muerte de Jesús en fechas erróneas y ni quien se queje. Es por eso que festejar el próximo lunes el Día Internacional del Libro, en la fecha en que se cree murieron los dos grandes nombres de las letras universales, es un error para celebrar. La Unesco la ha decretado como un incentivo para lograr un mundo lleno de ciudadanos más cultos, más libres.

    Y es que ¿puede imaginarse un mundo sin libros? Los libros han derrumbado mitos y muros, permitiendo que millones de personas descubran la verdad de las cosas. Leer, aprender y descubrir son acaso la única oportunidad de cambiar la realidad y su maldita costumbre de asesinar nuestros sueños. Los libros son la oportunidad de dejar atrás la oscuridad que provoca lo que para Sócrates era, y sigue siendo, el “origen del mayor de los males del mundo y origen también de todos los demás: la ignorancia”. Los libros, los buenos libros, pueden acabar con dogmas, sacuden conciencias y pueden ser como escribió Kafka, “El hacha para el mar congelado en nosotros”.

    Sin los libros habría sido imposible entender a Newton y la más democrática de todas las leyes, la de la Gravitación Universal, donde se prueba que los objetos se atraen unos a otros y que todo lo que sube tiene que bajar. Tampoco entenderíamos que no somos, no hemos sido ni tampoco seremos el centro del universo como escribió Galileo. Es por “El Origen de las Especies”, libro escrito por Charles Darwin que sabemos que los humanos no descendemos de Adán y Eva, y es gracias al conocimiento adquirido en los libros que Einstein pudo imaginar que existe una curvatura en el espacio-tiempo y que el universo se expande. Sin los libros no conoceríamos a Homero y la antigua Troya en “La Ilíada” y “La Odisea”, y Sherezada no habría contado cuentos al Rey Schahriar en “Las Mil y una Noches”. Sin la Biblia, el segundo libro que se imprimió en la historia, no conoceríamos la vida y obra de Jesús el Nazareno y su muy difundida, pero poco aceptada, premisa de “Amaos los unos a los otros”.

    Fue un libro lo que permitió a Oscar Wilde dar a “El Retrato de Dorian Gray” la eternidad que tanto buscaba, y con los libros viajamos a los confines del universo en “naves de la imaginación”, como sugirió Carl Sagan en “Cosmos: un viaje personal”. Ha sido gracias a los libros que supimos de un oscuro escritor de Baltimore llamado Edgar Allan Poe, y de la lejana y siempre convulsionada Rusia de “La Guerra y la Paz” de León Tolstói. Porque sin los libros no estaríamos celebrando la vida y llorando la muerte del gran Gabriel García Márquez, cuya obra nos ayudó a rechazar la realidad como un hecho irrevocable. Sin el conocimiento que encontramos en los libros seríamos aún peores como humanos y nuestro mundo estaría aun más destruido.

    Transcurridos más de 500 años desde que la imprenta, la gran innovación tecnológica de Gutenberg que cambiara el curso de la humanidad, el conocimiento acumulado ha tenido desde entonces un acelerado proceso de divulgación, y el conocimiento provocó la revolución cultural y científica más grande de la historia que sostiene una premisa básica: la tierra no es el centro del universo y somos gobernados por leyes naturales ajenas a cualquier creencia religiosa.

    Hay quien dice que la lectura es una buena herramienta para la educación y para el desarrollo de la mente. Para mí la lectura es la gran oportunidad para desarrollar la conciencia. Celebremos el Día Internacional del Libro con la premisa de que lo único que podemos perder en el intento es la ignorancia.

    @marcosduranf

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