Gobierno y futurismo

    Por Gerardo Hernández González

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    Una de las sucesiones más suaves en Coahuila fue la de Óscar Flores Tapia y José de las Fuentes, no obstante la crisis por la renuncia del primero cuatro meses antes de concluir su gestión. Don Óscar reincorporó a De las Fuentes a la arena política del estado y le allanó el camino al Palacio Rosa. A principios de 1982, en una gira por Piedras Negras, el presidente López Portillo le pidió al flamante Gobernador detalles sobre el «desastre financiero» que había heredado. «Mi respuesta fue que todo estaba bien», me contó en una charla posterior en su despacho.

    Flores Tapia y De las Fuentes se respetaron y fueron amigos hasta el final. No se puede decir lo mismo de otros mandatarios aun cuando lleven el mismo apellido. La sucesión de 1975 había sido ruda y conflictiva. Flores Tapia no era el candidato del grupo en el poder ni de sus adláteres, pero sí del presidente Echeverría. Además recibió una deuda de 500 millones de pesos por impuestos no enterados a la Secretaría de Hacienda, de los cuales la Tesorería del Estado dispuso sin conocimiento del gobernador Eulalio Gutiérrez Treviño.

    Don Óscar fue tema de conversación en la charla reciente del grupo de amigos que semanalmente nos reunimos en el Toks para celebrar la vida. La transformación de Saltillo se debe a él; y su consolidación, a quienes le sucedieron en el cargo antes de la deuda. Ser sede de los poderes le brinda ventajas sobre otras ciudades. Torreón vivió sus peores años durante el moreirato; la consigna -celosamente cumplida- era acabar con ella, y el objetivo casi se logra. Hoy, bajo la administración de Jorge Zermeño, los laureles empiezan a reverdecer en la metrópoli lagunera.

    Si Flores Tapia detonó el potencial de la capital con infraestructura urbana (todavía hoy se le reconoce como «el mejor alcalde de Saltillo»), Eliseo Mendoza Berrueto (EMB) se anticipó a los retos del Tratado de Libre Comercio y colocó a la Región Sureste al nivel de las más competitivas del país con las primeras autopistas de cuota. La Carbonera-Puerto México-Los Chorros, por cierto, ha sido una de las más rentables. (Aclaración: fui colaborador de Mendoza).

    EMB combinó técnica y política, pues, a diferencia de sus predecesores, ocupó cargos en la administración federal (tres veces subsecretario) y de elección popular (senador y diputado). El orden y la disciplina caracterizaron su sexenio. Llegó con grandes planes, pero el presidente De la Madrid le enfrió el ánimo al anunciar que el último año de su gobierno (primero de su amigo en Coahuila) no sería de primeras piedras ni de cortes de listón por la crisis económica. (AMLO no es, pues, el único que ha apretado el cinturón al Gobierno federal y a los estados).

    El gobernador recurrió entonces a la imaginación y se crearon programas de alto impacto social como Trabajemos Juntos (precursor de Solidaridad) y Vivamos Mejor, los cuales mezclaban recursos de los tres niveles de Gobierno y mano de obra de los beneficiarios. Las audiencias públicas le permitían conocer problemáticas de todos los sectores y en el programa Coahuila de Frente se comunicaba con el estado y tomaba llamadas del público. Las autoridades nada ganan con lamentaciones. Si el tiempo gastado hoy en futurismo político mejor se dedicara a gobernar y a encontrar soluciones al temporal presupuestario provocado por la 4T, habría menos agobios.

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