El beso del diablo

    Por Gerardo Hernández González

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    Entre el 2 y el 30 de julio, El Diario de Coahuila publicó entrevistas de Daniel Valdés con los exgobernadores Eliseo Mendoza, Rogelio Montemayor y Humberto Moreira, y de Rodolfo Pámanes con Enrique Martínez. La mayor cobertura la recibió el responsable de endeudar a Coahuila por varias generaciones –los pasivos por 38 mil millones de pesos terminarán de pagarse en 2048, si acaso no se reestructuran de nuevo–, de poner fin a un periodo de gobiernos responsables y de desprestigiar al estado.

    La conversación con Moreira se anunció durante tres días con llamadas en la portada y ocupó dos planas, el doble del espacio dedicado a sus predecesores. Quizá por ser muñidor de elecciones y tener un partido –Unidos, el mismo nombre de la coalición que participó en las elecciones generales de España en 2016– avalado por el Instituto Electoral de Coahuila, que podría ser útil al periódico para futuros comicios. Los elogios del también exlíder del PRI, al alcalde capitalino Manolo Jiménez Salinas —“después de muchos años (Saltillo) no se veía así”–, equivalen a un destape o al beso del diablo, según se quiera ver.

    Al final de la entrevista con Moreira –en la versión electrónica–, un enlace remite a una declaración de Jericó Abramo Masso, fechada el 1 de agosto de 2010 cuando era alcalde de Saltillo. “Es Humberto Moreira ejemplo para todos. (…) arquitecto del Coahuila del futuro (…) a Humberto Moreira Valdés le he aprendido mucho, es mi amigo, he trabajado muchos años con él y cada día que pasa buscamos aplicar esas enseñanzas en nuestra forma de gobernar, conscientes de que primero es la gente, luego la gente y después la gente”. Es el único caso de la serie donde un texto vincula con otro.

    En 2010 ¿quién no le quemaba incienso a Humberto Moreira?… ¡Hasta su hermano Rubén, quien lo desbancó del afecto de Peña Nieto y lo suplantó en el PRI! El 25 de agosto de ese año, el mismo medio publicó: “Es Moreira el mejor gobernador. De entre los gobernadores de diferentes estados de la República, el coahuilense Humberto Moreira Valdés fue el mejor calificado de todo el país en cuanto a honestidad y trabajo”, de acuerdo con una encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica.

    Adal Ramones, uno de los comediantes favoritos de Humberto Moreira, tampoco se fue por las ramas: “Si ya llegó a ser un buen gobernador (…) ¿no creen que puede ser un gran presidente? (…) Coincido en muchas cosas; hoy me desperté y vi en el periódico que es el gobernador mejor calificado de todo el país; ahora sí, ‘un maestro calificado’ con un promedio de 84.4, la más alta de todos los gobernadores”. (El Diario, 16.09.07). Años después, el “Joven Maravilla” amaneció en la lista de Forbes.

    Lo de fenómeno mediático y genio electoral de Moreira –el segundo calificativo aplicado también por los apologistas del clan a su hermano Rubén– es un mito construido a base de presupuesto y deuda pública. El erario les permitió comprar elecciones, lealtades, complicidades y silencio. Postulado por el Partido Joven, Humberto no pudo ganar una diputación local en las elecciones de 2017. En el mismo proceso, Rubén estuvo a punto de hacer perder a Miguel Riquelme, su candidato a gobernador. En el estado “más priista del país”, López Obrador arrasaría un año después a José Antonio Meade, cuya campaña coordinaron Rubén Moreira y su esposa Carolina Viggiano. Hoy el PRI es la mascota del Presidente y de Morena, dice Ivonne Ortega.

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