Campaña negra

    Por Gerardo Hernández González

    0
    632
    Votar por personas y no por siglas partidistas no garantiza buenos gobiernos. En Nuevo León se dan contra la pared por haber convertido al expriista Jaime Rodríguez en el primer gobernador independiente del país, lo cual no implica el regreso a ciegas al PRI con Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de Peña Nieto, ni a un PAN sin brújula y sin figuras. La opción podría ser Tatiana Clouthier, de Morena, hija del célebre Manuel «Maquío» Clouthier, o Miguel
    Treviño, quien colaboró en las administraciones de Fernando Canales (PAN) y del Bronco Rodríguez, según su desempeño como alcalde independiente de San Pedro Garza García.
    El triunfo de Carlos Páez (Monclova) y Jorge Zermeño (Torreón), en 1978 y 1996, respectivamente, los determinaron tres factores: a) la trayectoria del PAN, entonces fiel a los principios de sus fundadores, basados en el bien común, la democracia y la honradez; b) su carrera y prestigio personales; y c) el hartazgo contra el PRI y sus gobiernos. Páez volvió a ganar en 1987, pero el Congreso le otorgó la victoria al priista Benigno Franco por un margen de 233 votos. Seis años después, el empresario panista asumió la alcaldía por
    segunda ocasión.
    La primera alternancia en Torreón ocurrió en 1996, con Zermeño, cuando el PAN, pese su alianza con Salinas de Gortari, todavía conservaba el halo de partido decente. Zermeño llevó la fiesta en paz con el gobernador Rogelio Montemayor y logró importantes cambios en la metrópoli lagunera. Después de pasar por el Congreso federal y por la embajada de México en España, regresó a la política local, pero su partido ya había perdido la estima de los
    electores por la incompetencia de Fox, la soberbia de Calderón, la violencia
    en el país y la corrupción dentro sus filas.
    En las elecciones federales de 2015, Zermeño reapareció en las boletas como candidato a diputado por el distrito 6, donde el PRI y el Verde utilizaron los programas sociales para imponer a Refugio Sandoval. El PAN recurrió al exembajador en 2017 para recuperar Torreón tras ocho años de gobiernos priistas. Zermeño ganó la alcaldía de un año por un amplio margen… y reverdecieron los laureles. Ahora ocupa el cargo por tercera ocasión. La
    ciudadanía votó por él y no por un partido desfigurado por la corrupción, su sociedad con Peña Nieto y la codicia de sus cuadros jóvenes.
    Zermeño superó en Torreón en votos a López Obrador en 2018, y Morena se acercó al PRI. Por esa razón se ha orquestado una campaña contra el alcalde lagunero, encabezada por el regidor José Antonio Gutiérrez, el candidato del PRI derrotado el año pasado, quien fue secretario de Desarrollo Económico de Rubén Moreira. Gutiérrez acusa a Zermeño de haber utilizado una
    empresa fantasma para equipar el Centro de Inteligencia Municipal, inaugurado por el gobernador Miguel Riquelme el martes pasado. Se trata a toda luz de un petardo. En cambio, existe una denuncia penal de la Auditoría Superior del Estado por el desvío de 475 millones de pesos a empresas fachada en el gobierno de Moreira II.
    La administración de Zermeño no está exenta de errores; varios de sus colaboradores no han dado la talla y otros se empeñan en crearle problemas. Mas no será con trucos ni con pirotecnia como se logre debilitar a un político confiable y con elevados niveles de aprobación. Torreón empieza a salir de un letargo prolongado. La ciudadanía observa el cambio y apoya con votos a su alcalde.
    Comentarios de Facebook