Domingo en jueves

    Por Gerardo Hernández González

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    En La Laguna todo se politiza, y el arte no es la excepción. El concierto de Plácido Domingo en Torreón, el 4 de abril, será, sin hipérbole, el acontecimiento musical en décadas. La Plaza Mayor, espacio multifuncional donde se realizan campañas políticas, exposiciones, ceremonias oficiales y actividades artísticas, lo mismo que manifestaciones contra autoridades venales e incompetentes y protestas para denunciar fraudes electorales, recibió, pletórica, a uno de los tres tenores que junto con Pavarotti y Carreras formaron época por su actuación en la clausura de los mundiales de futbol de Italia, Los Ángeles y París.

    La Presidencia de Torreón forma parte del conjunto. La obra se inició en el Gobierno de Humberto Moreira sobre una extensión de casi 3 hectáreas, una parte de las cuales se adquirió a precio de oro. El proyecto representó un negocio redondo para autoridades y propietarios de la zona. La Alcaldía pudo haber sido estrenada por un panista, Jesús de León, en 2012, pero quien la ocupó por primera vez fue Eduardo Olmos. El cargo lo ostenta hoy, por tercera ocasión, Jorge Zermeño, la figura más relevante del PAN junto con Marcelo Torres, presidente de la Junta de Gobierno del Congreso local.

    Elegir a la Orquesta Sinfónica del Desierto, con sede en Saltillo, para acompañar a Domingo, y no a la Camerata de Coahuila, fundada hace 25 años en Torreón, atizó el celo regional. María Isabel Saldaña, Premio Celso Garza Guajardo del Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León Israel Garza Cavazos, publicó en Espacio 4 (610) una columna titulada “Camerata de Coahuila. La gran ausente en concierto de Plácido Domingo”.

    Saldaña cita a algunos de los artistas internacionales “acompañados por nuestra orquesta comarcana” (Carlos Prieto, chelista; Federico Osorio, pianista; Román Revueltas, director; Ramón Vargas, Javier Camarena (quien acaba de triunfar en el Metropolitan Opera House de Nueva York con su interpretación de Tonio en La Hija del Regimiento, de Donizetti), tenores; y Reneé Fleming, soprano), para concluir: “Por eso es inadmisible que (la Camerata) no forme parte en el concierto de Plácido Domingo”.

    La Plaza Mayor se dividió en dos secciones para la función –patrocinada por el Gobierno del Estado, la presidencia de Torreón y ocho empresas–: una libre y una de paga. El propósito era recaudar fondos para los programas DIF Coahuila. Salvo una rechifla débil a la hora de los agradecimientos, a cargo de la soprano regiomontana Eugenia Garza, el público se comportó a la altura y pasó por alto algunos detalles. Aun así, el reproche por la exclusión de la Camerata flotaba en el ambiente.

    La decisión, empero, no fue política. Eugene Kohn (Nueva York), quien había conducido a la Sinfónica del Desierto en el concierto de Andrea Bocelli en la Arena Monterrey, el 21 de febrero, sugirió a la misma orquesta –cuyo titular es Natanael Espinoza– para acompañar a Domingo. Kohn sacó las castañas del fuego a las autoridades, con elegancia. En un español defectuoso, pero comprensible, explicó que necesitaba más músicos para una presentación como la del primer jueves de abril, elogió a la Camerata y ofreció recurrir a ella en ocasión futura que quizá no llegue.

    Kohn, quien en sus inicios acompañó a Guiseppe DiStefano, María Callas y al entonces joven Pavarotti, dio una clase de política a los políticos presentes; entre ellos, cuando menos cuatro aspiran a suceder al gobernador Riquelme.

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