Guardia pretoriana

    Por Gerardo Hernández González

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    México pasó de una presidencia virtual, pusilánime y mundana, a una ubicua, todopoderosa y mesiánica. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) gobernará dos meses menos que sus predecesores (su periodo terminará el 30 de septiembre de 2024), pues una reforma de 2014 anticipó para el 1 de octubre la toma de posesión de los futuros presidentes. Quien ocupe el cargo, por elección «o con el carácter de interino o sustituto (…) en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto» (artículo 83 de la Constitución).
    AMLO empezó a llenar los vacíos de poder dejados por Peña Nieto desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación lo declaró electo, el 8 de agosto de 2019. El líder de Morena ganó con el 53.1% de la votación válida emitida, equivalente a 30.1 millones de papeletas. En los 100 primeros días de gobierno, la aprobación presidencial fue de 78-80%. «Nunca se había visto esto», dijo Rodrigo Galván de las Heras, director de Demotecnia, en el programa El Mañanero, conducido por Brozo.
    Ese nivel de aprobación, de acuerdo con Galván, representa «50 millones de votos o más». Propulsado por AMLO, Morena es la nueva aplanadora electoral. En Baja California y Puebla, donde el 2 de junio próximo se nombrará gobernador, el partido del presidente encabeza la intención de voto. Si la tendencia se mantiene, Morena sumará siete estados junto con Ciudad de México, Veracruz, Tabasco, Chiapas y Morelos. En Durango, Aguascalientes, Quintana Roo y
    Tamaulipas, el PAN y el PRI podrían perder también la mayoría de las alcaldías y las diputaciones.
    AMLO basa su fortaleza en la comunicación, declaró a Brozo el director de De las Heras. «El presidente tiene muy bien identificado a su enemigo: la corrupción». El 83% opina positivamente de AMLO, según la encuesta levantada por Demotecnia el 2 de marzo para conocer el impacto del gobierno entre los mexicanos. El 15% está en desacuerdo. Los niveles de aprobación y rechazo son de 80% y 14%, respectivamente.
    El presidente no ha perdido fuelle. Aun sin peces gordos ni medianos entre rejas por delitos de corrupción —pródigos en el sexenio de Peña Nieto—, el 64% percibe mejoría en el combate a ese flagelo. El 54% observa avances en educación y generación de empleos, pero solo el 41% los aprecia en seguridad, uno de los temas críticos. Para el 80% de la muestra, la imagen de AMLO ha mejorado.
    Entre las decisiones presidenciales mejor calificadas, destacan: la reducción de sueldos a los funcionarios públicos (79%), el combate al robo de combustible (78%) e incluso proyectos polémicos como la termoeléctrica en Huexca (67%) y el Tren Maya (66%). Según el 63%, la Guardia Civil representa un avance, pero, para el 47%, la suspensión del aeropuerto de Texcoco significa un retroceso para el país.
    La empatía de AMLO con los necesitados aumenta su base electoral, y la coraza desarrollada en doce años de campaña y guerra sucia lo volvieron resistente a la crítica. Incluso con los sectores a los que Brozo denomina «la guardia pretoriana de la opinión (donde) no hay argumento, hay descalificación». Para el comediante y analista político, esa circunstancia
    «transfiere una doble o triple obligación a Andrés Manuel, de ver con quién se enoja, con quién se quiere confrontar, porque la guardia pretoriana se puede volver también un medio de linchamiento».
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