El escudo de AMLO

    Por Gerardo Hernández González

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    Los embates contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) han chocado una y otra vez con el escudo de la legitimidad levantado con 30 millones de votos que ninguno de sus predecesores pudo construir.

    En la balanza pesan hoy todavía más la fe en el Presidente, la esperanza de justicia social, la promesa de combatir la corrupción y el repudio hacia la clase política tradicional –representada por el PRI, el PAN y el PRD–, que los errores de una administración todavía incipiente. El inquilino de Palacio Nacional es el mismo de las tres últimas campañas presidenciales; y quienes critican su estilo personal de gobernar, los mismos que lo hicieron cuando era candidato.

    Los últimos presidentes privilegiaron a las elites y olvidaron a los pobres, lo que explica el éxito de AMLO. La corrupción y la crisis del sistema de salud, la inseguridad y la violencia también contribuyeron. La idea de que a los marginados y a las clases medias no podía irles peor, después de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, echó raíces y se reflejó en las urnas con la más alta votación para un candidato de izquierda.

    Quienes advierten, con razón, pero acaso también más atentos al interés de algunos sectores, que preocupados por el bien común, que el país puede sufrir un nuevo colapso económico, son los opositores históricos de AMLO; los que hubieran preferido tener en la presidencia a Ricardo Anaya o a José Antonio Meade –flamante consejero de HSBC–, vistos como continuadores de un régimen que el líder de Morena ha empezado a desmontar.

    Sin embargo, el sistema político ya estaba agotado. No solo había perdido legitimidad y sustento social, por efecto de la corrupción y la impunidad, sino también el control del Gobierno e incluso del presupuesto. Rebasado por la delincuencia organizada y por la sociedad civil, el Estado quedó a merced de la oligarquía e intentaba sostenerse a base de dinero y de concesiones. Peña Nieto entregó 37 mil millones de pesos a organizaciones de la sociedad civil (OSC) y mayores bolsas a los diputados y a los senadores para aprobar sus reformas.

    La corrupción se extendió a las fracciones parlamentarias de todos los partidos. Los fondos fueron cancelados por la actual legislatura en la que el PRI y el PAN, juntos, están muy lejos de ser mayoría.

    La sustitución de subsidios a estancias infantiles y a refugios para mujeres y niños en situación de violencia, por la entrega directa de recursos a los padres de familia y a las víctimas, ha generado protestas, pero también en esos programas se detectaron pozos de corrupción. Se estima que el 70% de las guarderías eran irregulares y presentaban deficiencias; también se descubrieron desviaciones en los presupuestos asignados a los albergues.

    En este, como en otros casos, el Gobierno ha afectado intereses. La propuesta de AMLO consiste en organizar un nuevo régimen y regresarle al Estado sus funciones, algunas de las cuales fueron asumidas por grupos de poder y otras cedidas por el Gobierno. Frente al escapismo de Peña Nieto, AMLO ocupa desde la mañana todos los espacios y da la cara. Los errores cometidos en los primeros 100 días de la Cuarta Transformación no hicieron mella en su líder. Sin embargo, la concentración del poder en una sola persona representa un riesgo para la democracia y para las libertades, en especial para la de expresión.

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