Ley de confianza ciudadana

    Por Julián Parra Ibarra

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    Como quiera y guste usted llamarle, ‘Lolita’, ‘El fisco’, ‘El SAT’, ‘Hacienda’, con el nombre que usted le identifique, pero para millones de pequeños y medianos empresarios, para emprendedores que invierten y arriesgan todo su pequeño capital y patrimonio en aras de constituir un negocio para generar empleo y riqueza, ese personaje ha sido por muchos años el azote, un dolor de cabeza, una constante amenaza, un ente que pareciera que su principal función es acabar con los sueños de quien intenta iniciar un camino como su propio patrón y además darle ‘chamba’ a uno, dos, tres, cinco personas más.

    La forma tan agobiante con que ‘Lolita’ mantiene la lupa a los pequeños y medianos empresarios, no puede ser considerado de otra manera sino como una persecución fiscal, porque no es una supervisión, es un acoso, es una intimidación, es una amenaza, hasta que logran desaparecerlos, empujarlos y arrojarlos a la informalidad, que es el refugio para sobrevivir sin tener que enfrentar a ese monstruo de mil cabezas que es ‘el fisco’.

    Contrario al trato que se le da a los pequeños y medianos empresarios, a los grandes magnates, consorcios y firmas, se les han ofrecido y abierto esquemas mediante los cuales Hacienda ha venido condonando o devuelto cantidades exorbitantes, insultantes. Por ejemplo, en el periodo 2000-2011 devolvió o condonó a un puñado de grandes empresas, más de un billón 641 mil 400 millones de pesos.

    Los beneficiarios de ese generoso ‘programa de estímulos’, son solamente un muy selecto puñado de grandes empresas, encabezados por esos nombres y apellidos a quienes durante la campaña Andrés Manuel López Obrador llamó ‘minoría rapaz’ que se oponían a su llegada al poder porque no querían perder los privilegios otorgados por el gobierno. Este es el tipo de privilegios a los que se refería el entonces candidato de Morena, y cómo no se iban a defender con uñas y dientes, si en una década el gobierno les perdonó el pago de un billón 641 mil 472 millones 836 mil pesos para ser exactos, equivalentes para darnos una idea, a casi medio siglo de presupuesto para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

    Esta semana durante la conferencia mañanera en la que anunció a la nueva titular del SAT, López Obrador habló acerca de una Ley de confianza ciudadana “que ya anda por ahí en el Congreso” de la que no dio detalles pero que abre la posibilidad para que cientos, miles, y si me apura hasta millones de pequeños y medianos empresarios pudieran ser acogidos para ponerse al corriente con el SAT, vía quitas o condonaciones no del pago de sus impuestos como sí se hace con los grandes empresarios, sino de multas, recargos e intereses, lo que vendría a salvar a muchísimos emprendedores y pequeñas empresas generadores de una cantidad importante de fuentes de empleo.

    Se comprometió a otorgar muchas facilidades y simplificar los trámites, “todos los dueños de establecimientos comerciales, de pequeñas empresas, de talleres, ya no van a padecer de supervisión, ya no va a haber inspectores de vía pública (…) está por aprobarse esta Ley, pero ya se las voy anticipando”, señaló.

    Con el nuevo esquema, supuestamente, se otorgaría confianza al contribuyente que se inscriba en un padrón bajo protesta de decir verdad y manifestar que va cumplir con la ley, y una vez integrado el padrón, cada determinado tiempo se realizarían sorteos aleatorios, y sólo los que salgan con ‘bola negra’, van a ser revisados, pero si se les encuentran irregularidades perderían su reconocimiento como ‘Buen ciudadano’, un documento expedido por el gobierno y firmado por el propio López Obrador

    Para miles, millones de pequeños y medianos contribuyentes, esta parece ser una tablita de salvación para evitar perder su patrimonio, el cierre de sus negocios y el eventual despido de trabajadores, la pérdida pues de un importante número de plazas laborales en todo el país.

    Ojalá el Gobierno cumpla ésta ubicada entre los cientos de promesas que el Presidente ha venido realizando en los primeros días de su mandato. En primera instancia, que los pequeños y medianos empresarios dejen de ser tratados como delincuentes y perseguidos de una manera brutal e implacable por ‘Lolita’. Que se les dé un trato digno de alguien que invierte su patrimonio para generar empleo y riqueza. Y que el trato sea igualitario para todos los contribuyentes del tamaño que éstos sean, incluyendo a las grandes empresas de esa ‘minoría rapaz’, de la que en campaña habló Andrés Manuel.

    laotraplana@gmail.com

    @JulianParraIba

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