Vida y lecturas de invierno 3/3

    Por Jesús R. Cedillo

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    ¿Usted cree en le reencarnación, usted cree en vidas anteriores las cuales pueden ser convocadas a placer; usted cree en hadas, duendes, en elfos, en el ángel de la guarda; usted cree en cristales milagrosos, pulseras de energía y de la buena suerte, usted cree en el “mal de ojo”, usted cree en el karma, en Dios, usted cree en casas encantadas, usted cree en abducciones extraterrestres, en los “reptilianos”, en OVNIS, usted es de los privilegiados a los cuales les habla Dios o el espíritu santo? En pleno siglo XXI y en teoría, cuando más sabemos de ciencia, del cosmos y de nosotros mismos, lo anterior y no otra cosa, es lo que domina y son nuestras creencias diarias a ojos ciegos.

    Lo vimos en los textos pasados de la mano de ese psiquiatra norteamericano llamado Brian Weiss en su libro muy vendido y leído al día de hoy, “Muchas vidas, muchos maestros” publicado en inglés en 1988. Al atender a una joven y bella paciente, el doctor se da cuenta al practicarle hipnosis, que la paciente tenía recuerdos perfectos de sus vidas anteriores (lo que eso signifique). Ella podía “recordar” sus vidas anteriores hasta en 86 ocasiones. Ella, la dama joven de ese entonces, había vivido milenios. Había sido estrangulada y degollada en una vida, como hombre; había ardido en llamas en una miserable aldea. Había peleado en una gran batalla naval, había vivido como niño en París, como india americana en Florida, había sido española y era puta, fue también un niño marroquí, fue bruja en Haití, estuvo en Egipto, varias veces en Florencia, en Suiza en un monasterio…

    ¿Usted cree en ello; usted cree en esto? Imagino es lo mismo como creer en la acupuntura, la homeopatía, la kinesiología, el conocimiento hermético, el masaje de polaridad, la iridología, la reflexología, la sanación psíquica, sanación mediante cristales o metales o hierbas o música… las variantes no tienen fin. Abundan este tipo de prácticas con magos, hechiceros y abundan este tipo de libros con este tipo de enfoques, porque hoy más que nunca el mundo está perdido. ¿Perdido cuanto el conocimiento del mundo todo está a solo un click de distancia con Internet? Pues sí, por eso estamos perdidos. Por Internet. Usted lo sabe, yo creo en las grandes conspiraciones. Soy hijo de los años setenta del siglo pasado. Escuchaba deletrear las cuestiones a mi padre y a mi madre en las tardes de efímero calorcillo saltillense en el pórtico de mi casa en el centro y aún recuerdo la tesis nodal: todo, todo era una gran conspiración. ¿De quién? Pues de todo mundo con poder. ¿El barbón Castro de Cuba y sus misiles rusos? Una conspiración. ¿Llegamos a la luna? Otra conspiración. ¿Vacunas contras desconocidas enfermedades? Cuidado, nos iban a esterilizar de por vida. Y así, nuevamente al infinito.

    ¿Internet? No una gigantesca conspiración para hacernos estúpidos, sino la más cruel realidad para hacernos más estúpidos de lo que habitualmente somos (me cuento, claro). ¿Cuándo se jodió todo? No lo sé. Pero ahora todo mundo habla del karma, de las antiguas prácticas ocultas de Egipto, se habla superficialmente de la cábala, del gnosticismo, del sufismo, de tradiciones de los druidas, de la alquimia medieval, del conocimiento hermético, del “Kybalión”… todo, todo en mismo saco, en una misma “propuesta filosófica.” De la admiración de la razón y los argumentos de la modernidad (ciencia, libros, debates, diálogos) hemos pasado al sentimentalismo y su valor como juicio, hemos pasado a la emoción y sus expectativas y a últimos días, de la verdad pasamos a la post-verdad (lo que eso signifique).

    A mi en lo particular, me gusta harto la música celta. Cuando escucho música sufí, árabe o cantos de los hermanos judíos, casi siempre termino arrasado en lágrimas y llanto. Cuando son cantos, sobra decirlo, no entiendo un carajo de dichas lenguas. ¿Eso indica que viví en el ardiente desierto de Arabia, estuve codo con codo con hermanos musulmanes o recorrí en caravana el valle de la muerte y su sequedad de asfixia? ¿Viví, he vivido otras vidas? Prefiero pensar como Herman Melville, siempre, siempre todo lo traslado a literatura señor lector, cuando en “Moby Dick” dice a la letra en su lenguaje de acero y roca: “En las fiebres agudas, gente completamente ignorante habla en lenguas muertas; y al investigarse el misterio resultó que en su lejana niñez les habían oído hablar realmente algunos eruditos.”

    Leo absolutamente todo lo que cae en mis manos. No es una virtud, es un defecto. Mis ojos ya están más que cansados y jodidos de tanta basura. Ahora en mi vejez, debo de enfocarme en lo que de verdad vale la pena, pero mientras esto sucede, he dado cuenta de un libro de Osho, ese tipo que da recetas de vida y reflexiones, como destapar una gaseosa. De hecho, hay le va una “perla de su sabiduría”: “El envejecimiento es horizontal; el crecimiento es vertical, te lleva a las alturas y te conduce a las profundidades.” ¿Qué dijo? ¿Es en serio lo anterior? Sí, semejante dislate y estupidez son leídos por miles de sus acólitos que le idolatran. Ni como oxímoron bien construido funciona. En fin. Hay le va una frase mía, entonces: “soy sima y cima de mí mismo. Ahora soy, mañana no seré más. Pasado, puede ser.”

    A petición de usted, volveré con un díptico más. Vida y lecturas de otoño e invierno.

     

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