“En el paraíso…” 2/2

    Por Jesús R. Cedillo

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    Entramos de lleno al libro “En el paraíso de los Sufíes” del Dr. Javad Nurbakhsh, para Luis Cárcamo Editor, de Madrid, España. Bello libro ilustrado con pinturas y miniaturas basadas en el Corán de los hermanos musulmanes. ¿Cuál es la temática de este volumen de filosofía oriental? Algo sencillo y complicado: comprometerse en ese viaje hacia la perfección, hacia la paz, hacia ese paraíso llamado Dios. El sufismo en palabras del autor, es “la senda hacia la verdad, su provisión el Amor Divino, su método mirar en una sola dirección, y su objetivo Dios.” Vaya, ese ser inasible llamado Dios o el Altísimo, pero al final de cuentas, somos nosotros mismos: buscar nuestro espacio, paz, nuestro Dios, estar en ese paraíso de tranquilidad tan anhelado pero siempre lejano. Hoy en los días en los cuales transitamos, hay una rapidez en todo, la inmediatez como condena. Aparejado, el signo de lo efímero. Comprar y “tener” cosas desechables las cuales caducan en días. Por eso en redes sociales no hay palabras eternas ni verdades; hay “memes”, ocurrencias, pasatiempos; cosas y palabras efímeras y triviales siempre. Para un sufí, nada más elevado al decir y buscar uno de los Nombres Divinos para así, tratar de llegar al Nombre Absoluto.

    Situación imposible lo anterior. Usted lo sabe, en el momento de encontrar ese nombre único y divino, usted será como Dios. Así lo dicen los hermanos judíos (La Tora), los hermanos católicos (la Biblia completa) y los musulmanes (el Corán). Por eso Dios no tiene nombre, es el Innombrable. Él es Él quien es. Es JHWH. Pronúncielo usted. Pues es imposible. Fonéticamente es imposible. Por eso su Nombre Absoluto es sólo para iniciados. En un bello poema sufí, Sadi Bustan, escribe: “Aquella zoleyjah llamaba a todo/ desde el incienso hasta el áloe,/ con el nombre “José.”// Ocultaba su nombre entre otros nombres/ para revelarlo sólo a los íntimos…”

    El libro invita a meditar. Sólo a meditar y encontrar esa paz interior la cual se nos es negada en el tráfago de la existencia terrena la cual nos atosiga y lleva por derroteros ajenos a nosotros mismos. Se tiene la idea de esta filosofía como algo lejano al humano en sociedad. No. Los sufíes tienen y deben de estar en soledad en medio de la multitud, y aquí y no en otro lugar es donde se cumple su tranquilidad, su paz, bondad y reflexión con y para Dios (Alá). Hay un pasaje delicioso donde un aprendiz le pregunta a un maestro sufí de su meditación tan profunda y perfecta, la cual observó y anota, ni un pelo se le movía y nada lo perturbaba. El maestro, al volver de su meditación, responde dónde lo aprendió: observando a un paciente y monolítico gato el cual esperó por días la salida de su presa, un ratón, el cual fue cazado…

    ¿Meditar? ya nadie lo hace. Menos de esta forma tan perfecta.

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