Alí Chumacero: 100 años

    Por Jesús R. Cedillo

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    Hace poco fui a deambular y ver libros en la librería “Carlos Monsiváis” de Saltillo y como siempre, es un gusto saludar a su directora, Norma Zapata. Estantes atiborrados de novedades, reciben al visitante que goloso, los quisiera todos para él (para mí). Adquirí algunos en promoción y a bastante buen precio. Al final de la librería estaba de regalo la publicación literaria “La Gaceta del FCE” en su edición de julio de 2018. Cual no fue mi placer al hojearla ya en casa, de que varias páginas son dedicadas al poeta y editor Alí Chumacero, por el centenario de su nacimiento ((1918-2010).

    Y como todo lo que tiene que ver con cultura en general (literatura, arte, cine, música, ópera) ha pasado de noche en esta ciudad de Saltillo. Ni se diga en tierras extremas como Monclova o Piedras Negras, donde el sol jurado y diario, no da tregua alguna y los 40-44 grados diarios, secan el seso y la saliva de cualquier ciudadano. El centenario del gran poeta mexicano ha pasado de noche, como siempre, para las autoridades de cultura estatales del Gobierno del Estado. No es nada nuevo lo anterior, cebados en sus sueldos, sólo se dedican a ver pasar el mundo. Mientras tanto, los abúlicos ciudadanos se hacen ovillo en su sillón y envejecen frente a sus redes sociales. En el primer centenario del nacimiento de este poeta, “La Gaceta del FCE” le rinde un mercido homenaje y claro, sus libros, sus pocos pero bien medidos libros, están disponibles en la librería arriba deletreada.

    Debo de tener sus tres o cuatro libros de poesía. Pero lo que sí encontré y muy rápido y a la mano, es una antología que de él regalaron el año pasado con motivo del Día Nacional del libro de 2017. Ese día se regaló a nivel nacional “Pasa el desconocido”, fotografías, poemas y entrevistas que se le hicieron en su momento al autor de “Palabras en reposo.” Aunque lo fundamental es su creación poética, Alí Chumacero, quien nació en Acaponeta creció en Guadalajara, Jalisco, para luego instalarse definitivamente en la ciudad de México, es muy reconocido por su extraordinaria labor como editor por largo tiempo en el Fondo de Cultura Económica. Bajo su mano, dedicación y sabiduría (revisión), se editaron dos libros icónicos mexicanos: “Los de abajo” y “Pedro Páramo.” Aunque, es bien sabido que también estuvieron en su escritorio los originales de “El laberinto de la Soledad” de Octavio Paz, “La región más transparente del aire” y la eterna, “Muerte sin fin” de José Gorostiza. Pero insisto, a don Alí Chumacero hay que leerlo, nada más. Y la única manera de conocerlo es leer sus libros de poesía. Y la antología arriba deletreada, es un buen puente de acceso para arribar a uno de los poetas fundamentales mexicanos de todos los tiempos.

    En “La Gaceta del FCE”, se edita un buen texto, un reportaje de Virginia Bautista donde ésta hurga en las andanzas del viejo poeta y editor, entrevista a los que fueron sus compañeros de labores en el FCE (ya todos frisando los 90 años hoy) y presenta una espléndida estampa de los avatares y vida del maestro, del hombre de letras y uno de los editores que moldearon nuestras lecturas por siempre. El traductor Juan José Utrilla lo recuerda así: “Era un hombre íntegro, la negación de la pedantería. Era bromista. Nunca hablaba de cosas serias. Tenía un anecdotario fenomenal. Era muy gitano, no le preocupó el dinero. Como escribió su poesía de de joven, no tenía enemigos. Supo de lo intelectual y del relajo. Tuvo una vida larga y buena.”

    Para Marco Pulido, quien trabajó codo con codo con el poeta, Chumacero “Fue un maestro excelente, aprendí mucho de él. le encantaba corregir, se divertía mucho buscando erratas. Nos contaba sus vivencias con Xavier Villaurrutia, con los Contemporáneos, conocía a medio mundo. Su poeta favorito era Amado Nervo. Sus pasiones fueron los toros, las mujeres, el whisky y la carne asada.” Según en este mismo reportaje, el maestro Chumacero dejó inédito un libro sobre una de sus pasiones: la fiesta de los toros, la tauromaquia. Al parecer dejó notas ya terminadas, pero muchas otras inconclusas. Cosa parecida a lo de Julio Cortázar y su enciclopédico conocimiento sobre el jazz.

    “Las mujeres son lindas, hasta sin ropa se ven bien.” Espetaba el maestro con jolgorio y alegría, comentan sus amigos en el reportaje antes deletreado. Y las mujeres, sus pasiones, fluidos, anhelos, belleza y luz rota, son el leit motivde su trabajo el cual en “Palabras en reposo” encontró sus más altas notas. Se ha dicho de este poemario que es un libro “inmarchitable.” Lo es. En una entrevista en su propias palabras, estos poemas se refieren a prostitutas, gente humilde, el burócrata de triste estampa, es decir, esos personajes que llevan “la ceniza en la frente.” En el texto “Salón de baile”, donde los cuerpos bailan apretados ((música y noche), aquí y no en otro lugar es donde se da “la conservación violenta de la especie.” Puf, a otro público con semejantes versos de poeta tan alto y eterno.

    Como siempre, Alí Chumacero tiene hoy homenajes en todo México. Sí, menos aquí donde ya se muere de ignorancia y estupidez.

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