Una historia de terror 2/2

    Por Jesús R. Cedillo

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    Gracias por leerme. No pocos comentarios he recibido con la anterior columna donde platiqué un cuentecillo de terror muy actual. Y ojo, a mi eso de juzgar no se me da. La moral no se me da. Cada quien es responsable de sus actos y toma decisiones a lo largo de su vida para llegar precisamente a dónde está o se encuentra. Esta y no otra es la tragedia de la vida y de los humanos: somos libres. Dios y el maestro Jesucristo nos regalaron (si usted cree en ellos, vaya) eso llamado libertad, por lo cual amén de ser una bendición, pues sí, es una tragedia y una condena.

    ¿Si usted señor lector, hubiese sido el joven de dientes en su sitio, cuerpo limado en el GYM y ojos de color, heredero de una fortuna, como lo es Luis Javier Damián del Cabo Real, y luego de casarse y de nacer su primogénito tan esperado, con la bella de dientes en su sitio, pelos tiesos y cuerpo de infarto, la buenota de Maruxina Minis Ernestina, y usted se hubiese enterado que el niño de ojos rasgados no es suyo, la hubiese perdonado? Esto de la infidelidad es tan serio, que se convierte en un cuento de terror, como los textos de Stephan King. Hay varias y variadas cintas que dan cuenta de ese monstruo, esa fiera carnicera llamada “celos.” ¿Podemos juzgar a la bella Maruxina Minis Ernestina porque en su viaje de bodas y en ese tipo de países exóticos, donde el calor es abrasador y arde, cometió adulterio con su masajista al cual apenas conocía y en minutos? No. No podemos juzgarla. Ella lo decidió, así de sencillo. ¿Entonces no amaba al joven forjado en el GYM, de dientes en su sitio, ojos de color y cabello a medio despeinar?

    Nunca lo sabremos. ¿Quién puede definir lo que es el amor, quien puede sentir de verdad amor eterno? Lo que si podemos sentir es ese demonio llamado “celos.” Los celos son una pasión más obsesiva y letal que el amor. Aunque empiezan a tener una emperrada rivalidad. Doña Maruxina y don Luis Javier pasaron rápido a engrosar las estadísticas en México: una investigación del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM ha revelado que 15% de las mujeres y 25% de los hombres han mantenido relaciones estables con una pareja… que no es su pareja. Es decir, son infieles de tiempo completo. Ahora bien, si se contabilizan las “infidelidades sólo emocionales” (sin sexo, vaya), los rangos se elevan a 35% ellas y 45% ellos.

    Otro estudio de la compañía GFK revela que 21% de los mexicanos en general (sin distingo de género) le ha sido infiel a su pareja en turno. Para el Instituto de Psiquiatría Ramón de la Fuente, 90% de los hombres son infieles y 70% de ellas lo practican. ¿Le dio un terrible ataque de celos por la infidelidad de su joven esposa de dientes en su sitio, al joven todo limado en el GYM al descubrir la infidelidad más que manifiesta y que ella ocultaba en su opulento y níveo pecho?

    No lo sabemos. Lo bien cierto es que los ataques de celos con violencia, celos fundados o irracionales, son el motivo más frecuente de homicidios conyugales (DIF nacional). Y los celos y no el amor, es lo primero en la historia. Al menos en la Biblia, si nos atenemos a ella como origen de esto llamado mundo. Usted lo sabe: Caín, el primogénito de Adán y Eva, tuvo celos de su hermano al ser éste bien visto con su ofrenda y no él, ¿qué hizo? Pues lo mató a sangre fría. Caín mató a Abel por celos. (Génesis, capítulo 4). ¿No cree usted en la Biblia? En la mitología griega, la hija de Zeus, Artemisa, mató a Orión por celos y por vengarse, al haberse casado con una mujer mortal y no con ella. Celos y venganza, ¡qué combinación!

    Como ahora todo son estadísticas y ese ojo grandioso todo lo ve, Google, hay un “mapa de la infidelidad” en México, el cual marca a la letra que las siguientes ciudades encabezan la lista del Top Diez para ser infieles: León, Toluca, Veracruz, Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Campeche, Los Cabos… fíjese usted en las ciudades deletreadas: la mayoría son ciudades ardientes, donde el calor, el clima, forma parte fundamental en el pulso de las mismas: adulterio a la orilla del infierno. El calor es erotismo, prendas vaporosas pegadas al sudoroso cuerpo, faldas lo más cortas posibles para recibir una ráfaga de aire fresco entre los muslos tibios y redondos… por algo, Garcilaso de la Vega dijo en sus versos: “…vuestro mirar ardiente…./ Enciende al corazón…” Y otras miembros, vaya.

    ¿Por qué el amor ya no es para siempre, como antes? No lo sé. Yo si creo en esa bagatela, el único pedo es que no me ha llegado el amor de mi vida. Cada vez que llega una musa de buen ver, pues eso, de tan buen ver, con el paso del tiempo la sigo viendo toda bonita, pero sin más atractivo y eso usted lo sabe lector, se quita con el paso del implacable tiempo. ¿Luego de qué voy a platicar con ella? Imagino que así andamos muchos varones y también féminas, sin encontrar a la mujer ni al hombre perfecto. Ante esto, viene la cifra de terror: en los últimos 15 años, los divorcios en México se han incrementado 136% (INEGI. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo). Sólo por causa de celos o infidelidad (fundados o infundados) se divorcian más de 24 parejas al mes en México (INEGI).

    Maruxina le fue infiel a Luis Javier Damián del Cabo Real. ¿Usted que haría, la perdonaba o se hubiese divorciado? Una historia de terror.

     

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