2018: el hundimiento

    Por Gerardo Hernández González

    0
    694

    La caída del PRI en las elecciones del 1 de julio próximo puede resultar peor de lo que los más pesimistas de ese partido suponen. Andrés Manuel López Obrador (Juntos Haremos Historia) consolida su ventaja, Ricardo Anaya (Por México al Frente) avanza lentamente y la intención de voto por José Antonio Meade (Todos por México), estancada a menos de mes y medio de la jornada comicial, tiende más hacia la baja. La elección presidencial parece ya resuelta, mas aún no lo está. Falta su confirmación en las urnas. El ambiente lo impregna la victoria del fundador de Morena y así lo refleja la prensa nacional y extranjera.

    Doce años en campaña le permitieron a López Obrador recorrer varias veces los estados y municipios del país, entablar diálogo directo con los más necesitados y sumar a su proyecto a escépticos y opositores, sin convencerlos a todos, pues quienes aún lo son forman legiones. Solo no hubiera podido escalar a la posición actual.

    Las administraciones del presidente Peña Nieto y de los gobernadores de su partido, que hoy no hallan como detener al candidato de Morena, el PT y Encuentro Social, contribuyeron a crear el fenómeno y el mito de AMLO, por soberbias e indolentes. México está hoy peor que hace seis años. Hay vacío de autoridad. El país está al garete.

    El PAN y el PRD también hicieron su parte, por no atacar la corrupción, lucrar con el poder y gobernar de espaldas a la sociedad. Por no haber formado liderazgos creíbles, honrados. La campaña contra Ricardo Anaya, orquestada desde el poder para descarrilar su campaña, surtió efecto a medias. Sin embargo, fracasó en el propósito de implantar a Meade en el segundo lugar en las encuestas. La idea era preparar el terreno para una elección como la de Salinas de Gortari y Felipe Calderón, sin medir los riesgos. Poner en duda la probidad de un aspirante presidencial o presentarlo como protector de gobiernos corruptos, equivale a atarle una rueda de molino al cuello y arrojarlo en alta mar.

    AMLO dista mucho de ser el político impoluto y el estadista que el país necesita, pero frente a los excesos del poder y los abusos de la partitocracia rampante, como si Morena perteneciera a otra galaxia, parece un santo; él mismo cree serlo. Todo se le excusa, todo se le perdona, lo cual equivale a extenderle un cheque al portador. Por falta de rigor y de responsabilidad, a la hora de emitir el voto, el país ha sufrido grandes decepciones y quebrantos. El peligro puede no serlo tanto el tres veces aspirante a la presidencia como la intolerancia y ofuscamiento que convierten sus errores y limitaciones en virtudes.

    Las encuestas marcan una tendencia irreversible en favor de AMLO. La de El Financiero (14-05-18) confirma el desplome del PRI y de su candidato en las cuatro regiones del país. En la norte, donde se localiza Coahuila —“el estado más priista de México”—, la intención de voto por Peña Nieto era la más alta hace seis años: 51%. La preferencia por Meade es ahora de 19%; la del PAN descendió dos puntos porcentuales (de 30 a 28), y la de Morena subió a 39. En la zona centro occidente existe un virtual empate entre AMLO (36%) y Anaya (35%), pero en el centro y en el sur el posicionamiento de AMLO es mayor y el hundimiento del PRI más profundo. Nada está escrito todavía, pero el resultado, cualquiera que sea, debe respetarse. Pues de lo contrario se someterá al país a situaciones indeseables. La ciudadanía no aceptará un nuevo fraude, por más patriótico que lo disfracen.

    Comentarios de Facebook