Alta frivolidad

    Por Jesús R. Cedillo

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    Me parece raro –escribió el sabio argentino Jorge Luis Borges– que se permita a todo el mundo opinar sobre política. Se supone que cualquier changador de la esquina o cualquier analfabeto pueden discurrir sobre política. Sin embargo, no se supone que tenga opiniones muy inteligentes sobre la teoría de los conjuntos o el cálculo infinitesimal.

    Lo anterior también puede ser endilgado a los políticos: se supone que los políticos saben lo mismo que cualquier ciudadano sobre cualquier tema en boga de la realidad local, nacional e internacional. A los políticos se les desprecia incluso, por los defectos de “formación” que estos tienen y que se acentúan cuando llegan a ostentar el poder. De aquí que resulte misterioso que ciertos especímenes de la farándula política local o nacional, se conviertan de la noche a la mañana en especialistas en agua potable, en educación pública, en urbanismo, en redadas policiacas o en fútbol.

    El filósofo Hans Magnus Enzesberger lo escribía así hacia 1992: “Ha llegado el momento de hablar de la miseria de los políticos, en vez de insultarlos… esta miseria es de naturaleza existencial: el ingreso en la política es el adiós a la vida: el beso de la muerte.” Nada más certero, nada más demoledor. Es inaudito el aburrimiento a que se exponen los políticos: “opinadores” profesionales, tienen que hacerlo cuando se les pide y de todo lo que se les pide; sin conocer la palabra NO. ¿Sirve de algo su opinión? Para mí, no.

    Siempre hay ejemplos a la mano todo el tiempo y más en época electoral. Ahora, a la mil potencia por el uso de las redes sociales en México lo cual todo lo pudren, todo lo lesionan; ausente el honor, el decoro y también, ausente los huevos y los nombres de los protagonistas. En un comercial publicitario repetido hasta el hartazgo, una ex pugilista, Jackie Nava o algo así, defendía de sus detractores al barbilindo candidato del PAN, Ricardo Anaya. No hace mucho tiempo, otro miembro de la ilustre farándula nacional, Ernesto Laguardia, codo con codo, publicitaba el Coahuila de Humberto Moreira. Ignoro si lo defendió luego de sus generosos contratos publicitarios, cuando Humberto Moreira era perseguido y señalado por la justicia española, gringa y nacional por delitos graves en materia de dinero.

    Todo mundo sabe que el mundo de la farándula, de oropel y lentejuelas paga bien, muy bien, bastante bien y el lujo y ostentación no es nada condenable. Máxime cuando hablamos de esa fábrica de estrellas efímeras llamada Televisa. Y en su momento, se le enderezó a Angélica Rivera, esposa del Presidente de México de ser millonaria o bien, de haber traficado posiblemente con influencias para hacerse de una gran propiedad a la cual se le bautizó como “La casa blanca.” Se creó una comisión que los eximió de complot alguno. La democracia –contestó en una entrevista televisiva en España el sabio argentino Jorge Luis Borges– es un abuso de la estadística. Provocador y socarrón, en otra entrevista espetaría algunas ideas fuertes que hoy, siguen ruborizando a más de uno: “Debemos hacer todo lo posible por defender a este gobierno. Los militares son caballeros y decentes. No han llenado la ciudad de retratos, no hacen propaganda. Eso sí, son débiles, pues no han respondido a los crímenes con fusilamientos. Pero nos han salvado del caos, de la ignorancia, de la infamia y del comunismo.”

    Borges tenía razón en materia tan delicada como lo es la política, “me parece raro –escribió, textual– que se permita a todo el mundo opinar sobre política. Se supone que cualquier changador de la esquina o cualquier analfabeto pueden discurrir sobre política. Sin embargo no se supone que tenga opiniones muy inteligentes sobre la teoría de los conjuntos o el cálculo infinitesimal.” ¿Por qué tendríamos que darle la palabra una y otra vez a Kate del Castillo por haber visitado al ex poderoso Chapo Guzmán? Pues entonces la vocera de lso mexicanos sería Galilea Montijo o Andrea Legarreta, las cuales marcan la agenda diario en su programa matutino (diario son “trending topic”, lo que eso signifique). El país está que arde, nadie lo duda, pero poco contribuimos a la reconstrucción del país con este tipo de juegos y charadas, más emparentadas con la alta frivolidad que con la investigación periodística.

    Volveré al tema…

     

     

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