Tercera alternancia

    Por Gerardo Hernández González

    0
    738

    En las elecciones presidenciales de 2006 y 2012 no solo fue la guerra sucia contra López Obrador la que permitió el triunfo de Felipe Calderón y Peña Nieto. La manipulación del Instituto Federal Electoral (hoy INE) y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el rebase en los topes de gastos de campaña y la influencia de las televisoras comerciales frustraron la alternancia hacia un gobierno de izquierda. Las presidencias de PAN y del PRI demostraron que el peligro para México lo representaban Calderón y Peña, por el número de muertos y desaparecidos en la lucha contra el narcotráfico —más de un cuarto de millón en ambos sexenios—, el raquítico crecimiento económico y el aumento de la corrupción y la pobreza.

    Esta vez el enojo ciudadano tendrá más peso que el miedo en las urnas. Así lo reflejan las encuestas de intención de voto. Los mexicanos probaron con el PAN y de nuevo con el PRI. La segunda alternancia resultó peor que la primera y la decepción fue mayor. El grupo gobernante excedió todos los parámetros de corrupción, impunidad e ineficacia, agravados por la soberbia. Las reformas, lejos de salvar al país, pueden hundirlo aún más, como pasó con la fiscal e igual puede suceder con la energética. El PRD tuvo su mejor momento con AMLO para llegar al poder, pero ahora ese partido se fusionó con Acción Nacional para tratar de cerrarle el paso a su antiguo dirigente.

    En Estados Unidos, la competencia entre Hillary Clinton y Donald Trump fue más cerrada, incluso la candidata demócrata obtuvo tres millones de votos populares más, pero perdió por 10 en el Colegio Electoral. Los estadounidenses corrieron el riesgo: de entre una política de carrera, pero no con la mejor reputación —¿quién la tiene en ese medio?— y un mitómano insolente, optaron por el segundo y ahora pagan las consecuencias. La base de apoyo de Trump se ha desplomado, pero aun así concluyó su primer año de mandato con una aprobación de 39% (Gallup). La de Peña Nieto es de 20% (Reforma).

    Ronald Reagan, uno de los presidentes más exitosos y mejor evaluados de Estados Unidos, dice en sus memorias Una vida americana que la gente vota por el bolsillo. Si la economía familiar funciona bien, es más probable que los electores mantengan al mismo partido en el poder. Empero, la democracia es veleidosa. Los gobiernos de Clinton, quien en su primer año de ejercicio registró la segunda aprobación más baja (49%) después de Trump, y Barack Obama dejaron una economía sólida y sin embargo perdieron las elecciones.

    En nuestro país, el deterioro económico, la corrupción rampante, el cinismo desenfrenado de la casta gobernante y el fracaso de la administración de Peña Nieto constituyen los mayores incentivos para la tercera alternancia, esta vez hacia la izquierda. La percepción es que López Obrador será el futuro presidente por los desatinos y la falta de compromiso del PRIAN, así como por la conexión del candidato de Morena con la mayoría de un México agraviado por quienes detentan el poder político y económico.

    Los ciudadanos parecen dispuestos a correr el riesgo con un gobierno distinto en vez de premiar a los responsables de los muchos males que agobian al país. Más elementos de apoyo para prefigurar un cambio en la conducción política nacional se pueden encontrar en el Barómetro de Confianza Edelman 2017 y en la encuesta del Centro de Investigaciones Pew. Un dato revelador: para los venezolanos es más confiable su gobierno que para los mexicanos el suyo.

    Comentarios de Facebook