Incendios forestales…incendios sociales.

    Por Carlos Aguilar

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    El incendio forestal provocado por la mano del hombre en la sierra de Zapalinamé no sólo dejo como saldó negativo la pérdida de al menos 45 hectáreas de pinos propios de la región que significan al menos 200 ejemplares que difícilmente volveremos a ver en los próximos 10 años, sino que provocó enojo e indignación de los saltillenses pues el siniestro se podía evitar.

    Dos adultos masculinos, dos mujeres y un menor de edad decidieron pasar el último domingo de semana santa en el cañón de San Lorenzo, se prepararon para un día de campo que terminó en tragedia, no solo por la ignorancia, si no también por la falta de conciencia sobre las consecuencias de realizar una fogata en un sitio como ese.

    La reacción ciudadana fue igual de intensa que la afectación de 450 hectáreas incendiadas, la exigencia de sanción a los responsables una constante entre comentarios en redes y testimonios de ambientalistas y personas en general.

    La respuesta de la autoridad permitió detener a los presuntos responsables que al pasar de los días recuperaron su libertad y ahora solo dos de ellos enfrentan un proceso legal en libertad condicional hasta que se realice el juicio y se emita una resolución sobre las sanciones en caso de que la ley contemple aplicación.

    El delito aún no es considerado como grave por ello el nuevo sistema de justicia podría evitar cárcel para los presuntos autores de la fogata que generó la propagación del fuego, pena que trascendió, podría alcanzar los 6 años de cárcel y el pago de una cantidad de dinero.

    Sin embargo, la posibilidad de que suceda lo anterior se disipa poco a poco, porque las pruebas que presente la fiscalía podrían ser insuficientes para lograr una sentencia de cárcel; el propio Fiscal de Justicia, reconoció que la detención no se hizo en forma correcta.

    En el balance de los daños hoy se puede concluir que es factible la reprobación de la primera prueba de nuevas leyes de protección del medio ambiente e incendios forestales, por un lado, por las inconsistencias en la aprehensión y por la debilidad de las pruebas.

    También se puede concluir que difícilmente se marcará un precedente legal para que no se repitan situaciones como la de Zapalinamé, por ello, una vez más, la apuesta deberá ser a la conciencia social y la responsabilidad de quienes acudan a reservas naturales del estado.

    En el plano positivo hay que reconocer el tiempo de atención de los brigadistas y el apoyo de las autoridades, con el mayor aprovechamiento de los recursos y la tecnología y el apoyo de equipo aéreo del estado de Nuevo León y el gobierno Federal a través de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR).

    Además, la respuesta de los ciudadanos que se organizaron para apoyar con agua y alimentos para los brigadistas que finalmente son quienes evitaron que el ecocidio se prolongara, también gracias a las condiciones meteorológicas que privaron en las primeras 48 horas del siniestro.

    Las autoridades estatales confirmaron la posibilidad de compra y rehabilitación de helicópteros para que en el futuro el respaldo para los brigadistas sea inmediato y constante.

    En cuanto a la recuperación de lo perdido, hay que ser muy cautos y conscientes y dejar que los especialistas establezcan los tiempos, técnicas y protocolos para reforestar y el esfuerzo de autoridades y ciudadanos redunde en efectos positivos.

    La lección es fuerte e impactante, pero en resumen lo único que cambió con respecto al pasado, es la percepción de los ciudadanos, su exigencia y reconocimiento a los amarillos (combatientes), aún hay muchas áreas de oportunidad para evitar más incendios forestales provocados por el ser humano.

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