El mundo los vigila

    Por Marcos Durán Flores

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    Una flota entera de vehículos, telescopios, estaciones, naves y sondas espaciales exploran y vigilan a detalle el vecindario de nuestro sistema solar y el universo, un espacio tan vasto eterno e infinito, que se cree sus límites estén ubicados a 40 mil 500 millones de años luz y que en toda su inmensidad existen cerca de 100 mil millones de galaxias, cada una de ellas con millones de planetas con posibilidades de tener elementos como carbono, nitrógeno, oxígeno, azufre y fósforo.

    Por lo pronto, la humanidad ha hecho esfuerzos por observar, luego ver y después tratar de entender a los vecinos cercanos. En Marte, los vehículos “Opportunity” y “Curiosity”, recorren el desolado planeta rojo y han perforado su superficie descubriendo agua en forma líquida. En Plutón, la nave espacial “New Horizons” hizo su sobrevuelo histórico y rompió sus primeros planos, revelando montañas de hielo en su superficie e imágenes de su luna, Caronte.

    Rodeando Saturno desde 2004, la nave Cassini lanzada en 1997, ha ampliado nuestra comprensión del planeta de los anillos y ha mostrado su naturaleza caótica. Hace semanas, la sonda espacial Juno llegó a la órbita de Júpiter y confirmó que el planeta más grande del sistema solar está cubierto por espesas nubes de color rojo, marrón, amarillo y blanco y que tiene un enorme campo magnético.

    A Venus, el segundo planeta del sistema solar, las fotografías y mediciones confirmaron que hace muchos, pero muchos años, tuvo vastos océanos y una atmósfera potencialmente amigable para que la vida se desarrollara, pero que terminó convirtiéndose en un infierno con una temperatura promedio de 465 grados Celsius, suficiente para fundir plomo en su superficie.

    A nuestra luna, se le sigue observando con detenimiento a través de un orbitador de reconocimiento lunar que se ubica a solo 20 kilómetros por encima de su superficie. Además, desde el año 2013, un vehículo de la agencia espacial China, el Rover Chang’e 3 Yutu recorre los cráteres, cuencas y volcanes lunares.

    El telescopio espacial NeoWise es el cazador de asteroides de la NASA. Analiza los cielos en busca de rocas espaciales que miden más de 100 metros con órbitas que puedan entrar en nuestra atmósfera y causar daños catastróficos. Desde su inicio, este telescopio ha proporcionado a los investigadores estimaciones de que puede haber 4 mil 500 objetos potencialmente peligrosos acercándose a nosotros.

    Por su parte el telescopio espacial Hubble, quizás el “Ojo en el cielo” más conocido por todos, nos ha dado desde su lanzamiento en el año 1990 imágenes impresionantes del Cosmos. Algo similar ha sucedido con la misión Kepler, que en la búsqueda de planetas con la posibilidad de albergar vida, ha encontrado 715 exoplanetas, que orbitan alrededor de 305 estrellas con sistemas planetarios similares al nuestro.

    El más prometedor de ellos, ha sido un planeta del tamaño de la Tierra, el “Kepler 186f”. Al respecto, los físicos teóricos aseguran que puede estar compuesto de hierro, roca y hielo y que tendría temperaturas ni tan calientes ni tan frías; tal y como la Tierra. El único inconveniente es que está ubicado a 500 años luz de distancia.

    Mientras tanto aquí en la tierra, un grupo de supertelescopios de los que destacan el Gran Telescopio de las Canarias, los Keck I y II en Mauna Kea, Hawái, el Hobby-Eberly en el Observatorio McDonald, en Texas, el Observatorio de Arecibo en Puerto Rico y el “European Extremely Large Telescope” ubicado en el desierto de Atacama en Chile, vigilan a cada momento lo que hay allá afuera.

    Pero al final, todas estas misiones, naves, sondas y telescopios han encontrado solo una cosa: Nada. Y es que en nuestra amplia labor de vigilancia por el universo entero no hemos visto un solo guiño, una luz, vamos, ni siquiera un parpadeo de algo o alguien que nos ayude a contestar las mismas preguntas que nos hemos hecho por milenios:

    ¿Estamos solos en el Universo? ¿Existe alguna forma de vida inteligente fuera de la Tierra? ¿Quién o qué creó la vida, un Dios o la evolución de miles de millones de años?.

    Pero mientras encontramos una respuesta que quizás no llegue nunca, sigamos volteando hacia arriba para ver el cielo azul de lo que podría ser y la oscuridad de lo que nunca será.

    @marcosduranf

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