Beisbol ¿Afición por decreto? 1/2

    Por Jesús R. Cedillo

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    Hace muchas lunas, justo cuando gobernaba en estas tierras el tristemente célebre Rubén Moreira Valdés, cuando inició su sexenio, su eslogan fue el siguiente: “En Coahuila se sonríe.” La risa, la felicidad a huevo, por decreto. El eslogan, como todo su sexenio, nunca prendió. Ya luego vinieron otros eslóganes, otras muletillas que trataban de hablar de las fortalezas del Estado. Y como todo llega a su fin, el sexenio de Rubén Moreira llegó a su fin y con él, las muletillas creadas por “genios” de la mercadotecnia que cobraban hartos millones. Pero frases, citas que nunca pegaron. Sonreír por decreto, ser felices en Coahuila en esos meses era obligatorio. A huevo.

    ¿A usted señor lector, qué deporte le gusta, qué deporte le apasiona? ¿A usted señor lector, qué actividad le gusta practicar con cierta regularidad: viajar en motocicleta, jugar al golf, la natación; acaso le gusta el billar o el dominó o las cartas (juegos emparentados con la vida en provincia, en los ranchos ardientes de tierra adentro, por eso en Torreón aún les gusta mucho este tipo de entretenimiento al no haber otras actividades); tal vez a usted le gusta jugar a la matatena, al avión, a las canicas, al mexicanísimo trompo? ¿A usted qué le gusta hacer o en que se entretiene fuera de su trabajo: se entrega a la lectura reposada de los clásicos, lee la Biblia diario, escucha música; de banda, música clásica, ópera, música ranchera…? ¿A usted le gusta el coleccionismo de arte. Ya sea nacional o internacional?

    Regresamos a la pregunta inicial: ¿a usted qué deporte le gusta? De sobra es conocido si usted me lee en este generoso espacio, de mi afición malsana por el futbol americano. La mitad del año mi vida gira en un sentido: que ganen mis Pittsburgh Steelers y que pierdan los hígados de Vaqueros de Dallas y los Patriotas de Tom Brady. Lo segundo cosa imposible. La liga los necesita y necesitan a Brady para seguir vendiendo boletos y para seguir ofreciendo el sueño americano, aunque el deporte sea lo último. Los escándalos del mismo Tom Brady y los dueños del club, no hacen mella en la NFL. Ante la falta de héroes en otros equipos, Patriotas y Brady son los dueños del Súper Bowl… aunque desinflen balones para que Brady los lance mejor.

    Pero lo mío no es grave, es decir, es una afición solamente. Me divierte, me entretiene y sí, claro, me apasiona desde niño, pero de tener poder político suficiente ¿yo impondría que su práctica fuera obligada, cotidiana y que todo mundo dejara otros actividades y deportes con el fin de que por decreto, admiraran las cabriolas de los receptores de Steelers y el brazo aún bueno del Big Ben? A mi me gustaría que todo mundo le fuera a mis Steelers, pero qué le vamos hacer, algunos de mis mejores amigos le van a Raiders (Gerardo Blanco Guerra), Osos de Chicago (Francisco Gómez y Gómez), Vaqueros de Dallas (Samuel Rodríguez)  y en fin.

    Pues bien, ¿a qué viene este largo liminar? Por algo sencillo y terrible a la vez. Como usted bien lo sabe señor lector, al Presidente de Morena, que no es de todos los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, le gusta el beisbol. Lo practicó en su momento. Hoy lo sigue practicando. Pero claro, no esconde su pasión por dicho deporte. Y es tal su pasión, que su afición la ha convertido en… política de Estado. A huevo. Desgraciadamente no es broma. Se van destinar en este año 350 millones de pesos (mdp) para la oficina “Promoción y Desarrollo del Beisbol en México (Probeis), oficina adjunta, oficina de al lado de la del Presidente, para promover este deporte y la formación de jugadores y entrenadores. El titular de dicha oficina es Edgar González. En este año, 350 millones de pesos es el presupuesto planeado para ello. En el sexenio serán entonces 2,100 millones de pesos para cumplir el capricho del Presidente (revista “Forbes”, abril y mayo 2019).

    Coda

    Nadie dice nada. Todo mundo guarda un silencio bastante parecido a la cobardía o la complicidad. ¿Y si esto lo hubiese puesto en práctica Enrique Peña Nieto? Le hubiesen caído a palos. Continuará…

     

     

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