Con uñas y dientes

    Por Gerardo Hernández González

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    Para el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, “es preferible una democracia corrompida que una dictadura. Todas las dictaduras –sin ninguna excepción– son profundamente corrompidas, pero esa corrupción aparece pocas veces a la luz pública, porque la censura lo impide”, dijo en la inauguración del Foro Internacional Desafíos a la Libertad en el Siglo XXI, el 26 de mayo en Guadalajara. Entre los intelectuales antiAMLO participantes figuraron Enrique Krauze y Jorge Castañeda.

    Diez años atrás, en el marco de un foro celebrado en Caracas, Vargas Llosa, Krauze y Castañeda fueron invitados por el presidente Hugo Chávez a un debate. Los escritores propusieron como temas liberalismo y socialismo, pero fijaron como condiciones debatir con el Presidente, no con subordinados, y equidad en los tiempos para evitar un soliloquio. Chávez rechazó los términos y su canciller, Nicolás Maduro, los llamó “provocadores”.

    Enemigo acérrimo del populismo, Vargas Llosa conoce los efectos de la “peste bubónica”, según caracterizó a las dictaduras, para referirse a la de Maduro en particular. En 1990, la coalición Frente Democrático lo postuló para la presidencia, pero los peruanos se decantaron por un desconocido, Alberto Fujimori, quien devino en tirano: se apoderó de las instituciones y cambió la constitución para reelegirse. Durante su mandato, de 10 años, un escuadrón del Ejército asesinó a civiles, y estudiantes, acosó a empresarios y periodistas y se apropió de fondos públicos. Transparencia Internacional calcula su fortuna en 600 millones de dólares. Fujimori fue sentenciado a 38 años de cárcel.

    Junto con Krauze y Castañeda, Vargas Llosa ha sido un crítico tenaz de AMLO desde antes de que ocupara la Presidencia. En la apertura del foro de Guadalajara cuestionó: “¿Significa la elección del señor López Obrador que la democracia mexicana va a seguir profundizándose o significa un retroceso? ¿O significa que el populismo ha echado raíces en México y que puede prosperar con este Gobierno y arruinar a este país, como ha arruinado a todos los países a los que ha hecho presa?”

    Frente al colapso del PRI, PAN y PRD, reflejado de nuevo en las elecciones del pasado 2 de junio, la pasividad de la cúpula empresarial y la seducción de AMLO en amplias capas sociales, quienes le plantan cara al Presidente más fuerte, acaso después de Salinas, vuelven a ser los librepensadores que antes repudiaron las dictaduras de Castro, Chávez y ahora mismo la de Daniel Ortega en Nicaragua. A ellos se refirió el Premio Cervantes 1994: “intelectuales mexicanos de alto nivel han expresado claramente una preocupación, (…) hay síntomas de que se puede estar construyendo, dentro de este sistema, un sistema paralelo (…) que podría ser peligroso el día de mañana para la democracia”.

    El llamado del autor de Conversación en la Catedral es “a la movilización en defensa de esas instituciones democráticas que luego de un periodo tan largo y tan difícil ha alcanzado México. (…) tenemos que defendernos contra el populismo con uñas y dientes, porque fíjense el caso de Venezuela; fíjense a dónde puede conducir el populismo”.

    En los comicios recientes, sin embargo, la ciudadanía tomó el camino contrario: el abstencionismo; en algunos estados, rondó el 80%. La movilización deberá ser en la calle, pero ese espacio lo domina AMLO. ¿Hasta cuándo? Las cosas cambiarán cuando los partidos de oposición actúen como tales (el PRI ya se rindió), cuando surjan liderazgos creíbles y a la sociedad se le caiga la venda de los ojos.

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