Clanes y paralelismos

    Por Gerardo Hernández González

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    Fue el candidato de la “renovación moral de la sociedad”, pero el columnista Jack Anderson lo acusó de depositar “un mínimo de 162 millones de dólares” en bancos extranjeros (The Washington Post, 15-05-94). El líder mexicano desayunó un día después con la mítica Katherine Graham, presidenta del rotativo que precipitó la caída de Richard Nixon por el caso Watergate, en el marco de una visita oficial a la capital estadunidense; simultáneamente, TWP publicó una nota aclaratoria sobre el tema. Fin de la historia.

    El Presidente debió lidiar también con la crisis por el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, y del piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar, en 1985, ordenados por Rafael Caro Quintero, jefe del cártel de Guadalajara. (El gobierno de Peña Nieto liberó a Caro en 2013, sin haber cumplido la totalidad de su condena. Estados Unidos ofrece una recompensa de 20 millones de dólares por la captura del capo). Otros sucesos que sacudieron su sexenio fueron:

    a) El asesinato del columnista de Excélsior Manuel Buendía, el 30 de mayo de 1984, atribuido a un alto mando castrense y a otros funcionarios, por las denuncias del autor de Red Privada que los involucraban en delitos de corrupción y nexos con el narcotráfico. Las cabezas de turco fueron José Antonio Zorrilla y Rafael Moro Ávila, director y agente de la Dirección Federal de Seguridad, respectivamente. El primero de ellos era colaborador cercano del entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, actual director de la CFE; y

    b) El terremoto del 19 de septiembre de 1985 que dejó al menos tres mil 200 muertos, según el Gobierno. El Presidente se ocultó en Los Pinos por varios días y rechazó la ayuda internacional. El secretario más influyente en el ánimo del jefe de Estado era Carlos Salinas de Gortari (Programación), quien tenía como infiltrado en la residencia oficial a Emilio Gamboa. Dos años después, Salinas se hizo con la candidatura presidencial.

    Para muchos, Miguel de la Madrid (MM) fue un Presidente gris, pero comparado con su predecesor (López Portillo) y con su sucesor (Salinas de Gortari), resultó mucho menos perjudicial para el país, desde entonces carcomido por la corrupción. MM podía salir a la calle sin temor y sin recibir insultos, como aquellos. A López Portillo le “ladraban” por su promesa de “defender el peso como un perro”. Salinas —tío de la actual presidenta del PRI, Claudia Ruiz Massieu, cuyo padre, José Francisco, fue asesinado en los últimos meses del salinato— se convirtió en “el villano favorito de los mexicanos”. Menos para los Moreira, quienes lo trajeron a Coahuila cual héroe nacional. Salinas asistió como testigo al segundo matrimonio de Humberto.

    Pues ese Presidente “mediocre” tuvo el valor de reconocer su error por decidir la sucesión de 1988 en favor de Salinas. Le acusó de corrupto junto con su hermano Raúl, quien —él sí— depositó 160 millones de dólares en Suiza. En una entrevista con Carmen Aristegui para el libro Transición, De la Madrid lamentó no haber sabido más sobre la moralidad de los hermanos, los cuales, dijo, también tuvieron tratos con el narcotráfico. El expresidente se retractó, seguramente, por presiones de Salinas, Emilio Gamboa y acaso también de su hijo Enrique, quien fue secretario de Turismo con Peña Nieto. Sin embargo, el sexenio de Salinas ha pasado a la historia como uno de los más perversos y venales. Eso nadie lo borra.

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