La ciencia del amor

    Por Marcos Durán Flores

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    humanos han buscado sin mucho éxito una explicación a su significado. La mayoría lo entiende como una fuerza de la naturaleza, como la lluvia y el viento o la luna y las estrellas, elementos que están fuera de nuestro control y que son más grandes y fuertes que nosotros. El amor es algo que no podemos exigir o quitar, es impredecible, irrefutable; es como el sol que irradia nuestras vidas.

    El amor no es una sustancia o una mercancía. Es algo libre, que no se compra ni se vende, que se da y se recibe en libertad. El amor no reconoce fronteras de ningún tipo y tampoco se puede cuantificar. Llega y se va sin avisar. Sin amor, los humanos somos solo materia que vaga sin sentido por el universo.

    Pero todas estas explicaciones provienen de los sentimientos y estos, se producen en el cerebro, en donde además de amor, se gestan el odio, alegrías, tristezas, vergüenzas y envidias, todas emociones necesarias y sin las cuales, la vida carecería de significado.

    Una gran cantidad de estudios en neurociencias, indican que la gente se enamora, gracias a que el cerebro libera un cierto conjunto de químicos que actúan de manera similar a algunas drogas y que estimulan el centro de placer del cerebro, produciendo efectos secundarios como aumento del ritmo cardíaco, apetito y sueño, y un intenso sentimiento de excitación.

    Para sentir y dar amor, se necesita del trabajo cooperativo de muchas funciones del cerebro como información visual, acústica, olfativa, gustativa y corporal, con las cuales disfrutamos de estas sensaciones que son enamorarnos de nuestra pareja, hijos y padres.

    La ciencia explica que el cerebro, produce un bioquímico llamado oxitocina la “hormona del amor” que es secretada por el lóbulo posterior de la glándula pituitaria y que se libera gracias a un beso, un abrazo, un apretón de manos o una caricia. La oxitocina produce una sensación de bienestar cuando estamos con nuestra pareja, hijos, amistades o padres y se ha comprobado que es gracias a la oxitocina que un recién nacido y su madre desarrollan un vínculo especial.

    Esta sustancia, tiene gran influencia en las relaciones sociales y combinada con otros químicos que también se generan en el cerebro como la dopamina, que produce euforia, bienestar y placer, la serotonina, responsable de estar bajo un estado melancólico y también de la conducta obsesivo-compulsiva y la testosterona, juntas forman un irresistible cóctel de sustancias químicas que el cerebro utiliza para caer en el amor. A  esto habría que sumar aspectos sicológicos que también juegan un papel importante como son la cultura, inteligencia, empatía y los valores.

    Así que aunque suene poco romántico decir “Te amo con todo mi cerebro”, aceptemos que buena parte del amor obedece a los dictados del kilo y medio de materia gris y blanca que tenemos entre nuestros oídos, por lo que habría que ir jubilando la antigua idea de que el amor se genera en el corazón.

    Estamos pues ante “La Ciencia del Amor”, un concepto que nos resistimos a creer pues preferimos imaginar al amor como algo misterioso, pasional y espontáneo, un acto de elección personal y no como algo que obedece a reglas determinadas por nuestro cerebro.

    Pero la ciencia del amor dista mucho de ser una ciencia exacta. Le doy un ejemplo: los científicos no han logrado responder si los humanos producen oxitocina como consecuencia del amor o si amamos solo porque tenemos oxitocina. Una prueba es que la sensación que produce este químico, no se presenta con una persona que recién conocimos. Así que yo espero que la ciencia medica jamás consiga recetar la oxitocina como sustancia activa para aliviar el mal de amores o para conseguir que alguien se enamore de nosotros pues el día que esto suceda, ¡Qué aburrido será el amor!.

    Yo estoy seguro de que Shakespeare, lord Byron, Flaubert, Sartré, Dostoievski, Wilde, Neruda, Borges, García Márquez y Benedetti no pueden estar equivocados. El amor no es una ciencia, pues el amor pertenece solo a los sentimientos. Lo aseguró alguna vez Albert

    Einstein, cuando dijo: “Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor, después todo el amor pertenece a los pensamientos” Feliz día del Amor y la Amistad

    @marcosduranf

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