Talón de Aquiles

    Por Gerardo Hernández González

    0
    629
    Andrés Manuel López Obrador soportó la artillería del PRI, del PAN, de los medios de comunicación y de los líderes de opinión contrarios a su proyecto —por convicción o por consigna—. Tal es una de las razones por las cuales el líder de Morena despacha hoy en Palacio Nacional. AMLO es el presidente moderno más legitimado y con mayor poder, pues tiene mayoría en el Congreso federal y en las legislaturas locales. De los cinco estados donde
    gobierna, Ciudad de México y Veracruz son de los más poblados del país; a ellos podría sumarse Puebla en la elección extraordinaria. López Obrador, igual que Trump en Estados Unidos y otros líderes de América y Europa, ha capitalizado el desprestigio de los partidos, de la clase política y de los medios de comunicación. En 2006 perdió la presidencia en un final de
    fotografía trucado para favorecer a Felipe Calderón; y en 2012, el dinero, las televisoras y una alianza de facto con el PAN le permitieron a Peña hacerse con el poder.
    De tanto presentarlo como un peligro para México, sus detractores lo inmunizaron. Las amenazas resultaron ser Calderón y Peña, por la violencia y la corrupción. La ciudadanía lo comprendió y votó masivamente por un cambio real.
    La posición del presidente con respecto a PRIAN, la oligarquía, la alta burocracia, el Poder Judicial y los medios de comunicación adosados al régimen anterior le ha granjeado amplio respaldo social a pesar de la suspensión del Nuevo Aeropuerto de Internacional de México. Sin embargo, no debe abusar, sino aceptar la crítica en vez de desacreditarla, como lo ha
    hecho con el diario Reforma por informar sobre el aumento —en un 65%— de homicidios dolosos en el primer mes de su gestión.
    AMLO respondió con retórica: «así actúa el conservadurismo, pero no es cierto lo que (
    Reforma ) dice», declaró el 2 de enero en rueda de prensa. Roberto Zamarripa, en su columna
    Tolvanera («Contar duele», 07.01.19) escribe sobre la propensión mexicana a hablar de la muerte, y del grabador y caricaturista José Guadalupe Posadas como exponente de esa tradición.
    «Grupo Reforma —explica el autor— tuvo la iniciativa de publicar un registro semanal de las ejecuciones del crimen organizado cuando éstas se habían convertido en el signo dominante de la vida pública. No se propuso un estudio académico ni un tratado científico. (…)
    Fue denominado Ejecutómetro. Una relatoría basada en testimonios periodísticos (…) y otras
    fuentes periodísticas sobre homicidios cometidos por miembros del crimen organizado. (…) Se difunde con el fin de que los lectores, principales destinatarios de la información, conozcan y diriman del por qué y cómo evoluciona esa guerra sin control. (…)
    » De ahí derivó una nota más como las publicadas en dos décadas. La noticia en cuestión dijo que hubo más ejecuciones de la narcoviolencia en diciembre que en noviembre (
    Reforma , 2/01/19). Nada más ni nada menos. Ello escandalizó al nuevo gobierno que no pudo probar lo contrario por no tener cifras completas. La Secretaría de Seguridad destinó recursos públicos, dinero de los mexicanos, a que sesudos asesores —algunos funcionarios en la Secretaría de Gobernación del gobierno de la estrategia fallida que fustiga, el de Enrique Peña— hicieran un “análisis” del Ejecutómetro para exigirle características científicas y metodológicas que, por ejemplo, no mira en sus propios ejercicios de gobierno. Qué más da».
    Los niveles de aprobación de AMLO son elevados, pero su intolerancia y soberbia pueden conseguir lo que las oposiciones y los medios hostiles a su gobierno no han podido: malquistarlo con la sociedad.
    Comentarios de Facebook