Perdón inadmisible

    Por Gerardo Hernández González

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    Suplantar a los órganos de justicia y perdonar a los políticos corruptos, en vez de sujetarlos al imperio de la ley, confiscarles propiedades y fondos ilícitos e impedir en el futuro el robo de caudales públicos, como prometió en campaña, es el mayor error de Andrés Manuel López Obrador en su incipiente gobierno. Defraudar la confianza de millones de mexicanos lo iguala a cualquier presidente del PRI o del PAN. Argumentar riesgos de desestabilización y falta de espacio en las prisiones, para evadir su responsabilidad, son sofismas.

    López Obrador recibe a México en el lugar 135 del Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional (TI), pero podría empeorar pues falta calificar el último año de Peña Nieto. Entre 2012 y 2017, la caída en IPC fue de 30 puestos; hoy se encuentra en la zona de países «altamente corruptos», con 29 puntos. Venezuela, en el sitio 169, es el peor evaluado de América Latina. En el grupo de los «muy limpios», destacan Uruguay (23) y Chile (26) de una lista de 180 países.

    «A pesar de los esfuerzos por combatir la corrupción en el mundo, la mayoría de los países están avanzando con demasiada lentitud. Aunque detener la corrupción lleva tiempo, en los últimos seis años numerosos países han conseguido progresos mínimos o nulos. Un análisis más detenido de los resultados del índice arroja un dato aún más alarmante: los países donde son más frágiles las garantías para la prensa y las organizaciones no gubernamentales (ONG) en general representan también los peores índices de corrupción», dice TI.

    Delia Ferreira, presidenta de TI, resume así lo delicado de la situación: «lo que está en juego es la esencia misma de la democracia y la libertad». En otro texto, advierte: «La lucha contra la corrupción no se limita a la reacción oportuna y efectiva cuando se producen los escándalos. Es necesario trabajar en un sistema sólido de ética pública para garantizar que la acción de los funcionarios esté en línea con los principios elementales de integridad y para prevenir la corrupción detectando y eliminando los conflictos de interés».

    El triunfo de López Obrador lo predijo Dan Coats, director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos en una audiencia ante el Comité Selecto de Inteligencia del Senado: «Un asunto clave en el ambiente político para este 2018 en América Latina será la frustración popular por el bajo crecimiento económico, los escándalos de corrupción y el espectro de la endémica actividad criminal en algunos países. (…)

    »Elecciones presidenciales, incluidas las de Colombia y México, se llevarán a cabo en momentos en que los partidos políticos e instituciones gubernamentales registran récords bajos de apoyo, lo cual podría fortalecer el atractivo de candidatos de oposición. (…) Los mexicanos están concentrados en las elecciones presidenciales y legislativas (…), en las que la corrupción, los altos niveles de violencia y el declive económico serán elementos clave». (13.02.18, Agencia Apro)

    Una encuesta de Grupo Reforma, publicada el 25 de julio, confirma qué incitó a los mexicanos a votar por López Obrador: “la corrupción del gobierno disminuirá”, respondió el 55%. El presidente no puede ignorar el clamor social. Si falta a su promesa de castigar el flagelo y poner entre rejas a los políticos venales, perderá la legitimidad obtenida en las urnas.

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