Decisión soberana

    Por Gerardo Hernández González

    0
    694

    El PAN desaprovechó 12 años en el poder para cambiar al país y cumplir una agenda contra la corrupción, en cuyas redes se dejó atrapar. Al final, entregó una nación bañada en sangre debido a su impericia y falta de control sobre los gobernadores. Muchos de ellos pactaron con la delincuencia organizada para sumar a sus patrimonios ilegítimos, procedentes del erario de sus estados, dinero sucio, y proclamar que el único partido capaz de someter al narcotráfico era el PRI. Tomás Yarrington, uno de sus precandidatos a la presidencia en 2006, fue extraditado a Estados Unidos donde se le acusa de lavar dinero para los Zetas y el cartel del Golfo. También se le involucra en el asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas.

    Otro exgobernador, Humberto Moreira (HM), pasó 15 días en la prisión madrileña de Soto del Real por una investigación sobre blanqueo de dinero, reabierta por el juez Santiago Pedraz justo cuando el presidente Peña —protector del clan— está a punto de concluir su mandato. HM y su hermano y sucesor, Rubén Moreira, han sido denunciados por exoperadores de los Zetas, bajo proceso en Texas, de recibir dinero de la organización a cambio de protección. El moreiratoendeudó a Coahuila con 38 mil millones de pesos cuya liquidación acaba de ser ampliada hasta 2048. En el mismo periodo se cometieron atrocidades contra la población civil en Allende, Piedras Negras y La Laguna. Las desapariciones forzadas fueron el pan de cada día. Estudios de la Clínica de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Austin (Control… sobre todo el estado de Coahuila, 2017) y El Colegio de México (El Yugo Zeta. Norte de Coahuila, 2010-2011) describen los horrores y la red de complicidad entre el gobierno y el cartel más sanguinario.

    Si el PAN dilapidó el capital político acumulado en 60 años como oposición, en los cuales le robaron elecciones y fue objeto de persecución, y algunos de sus cuadros incluso de muerte, el PRI tiró por la borda la confianza, inmerecida, de volver a la presidencia hace seis años. El cargo lo ocupó, con la aquiescencia de la oligarquía y de otros poderes fácticos, un político anodino fabricado por la televisión, tan desechable como cualquiera de sus estrellas. Peña procedía del Grupo Atlacomulco cuya jefatura real hoy se adjudica al expresidente Salinas.

    Sobrino y colaborador de Arturo Montiel, gobernador de Estado de México, quien declinó a la candidatura presidencial del Tucom (Todos Unidos contra Madrazo) al exhibirse una parte de su riqueza obscena, repartida en varios países, Peña solo podía reproducir el esquema de corrupción e impunidad y elevarlo a niveles jamás vistos. Su gobierno fracasó de cabo a cabo. Cómplice de los gobernadores que financiaron una parte de su onerosa campaña, cuyo costo se calculó en más de cuatro mil millones de pesos cuando su tope era menor a 400 millones, terminó por ser su rehén.

    El triunfo de Andrés Manuel López Obrador no fue casual. La abrumadora mayoría que votó por él (los candidatos del PAN, el PRI y el supuesto independiente reunieron juntos alrededor de 25 millones contra 30 del líder de Morena), lo hizo por el fracaso de la partitocracia y para castigar el sexenio venal, incompetente y soberbio de Peña Nieto, la Casa Blanca, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la masacre en Tlatlaya y muchas más. AMLO representaba la esperanza y la posibilidad de un cambio real, no el continuismo del PRIAN. Los mexicanos decidieron por sí mismos en la elección de julio. El tiempo dirá si acertaron o fallaron.

    Comentarios de Facebook