Charles Aznavour (†2018)

    Por Jesús R. Cedillo

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    Coahuila está muriendo de ignorancia y estupidez. Una y otra vez lo voy a firmar y sentenciar, porque mi tirada de cubilete se cumple diario. Sin asideros, navegamos sin faros ni guías por lo cual, todo se come sin deglutir, se pierden las coordenadas y claro, somos terreno fértil entonces para que el gobierno, los empresarios y cualquier gente con poder y dos dedos de frente, haga con usted o cono nosotros, lo que ellos quieren. Es el caso de lo ya harto comentado: un día, el tristemente célebre Humberto Moreira (el villano favorito de Coahuila) del cual ahora todo mundo hace leña de su caída, pero en su momento, pocos o nadie le señalaban sus yerros, dijo que el arte de la tauromaquia era de tal valor y blasón, que mandó hacer un museo taurino en pleno centro de la ciudad de Saltillo.

    Todo mundo contento y en su sitio. Los diputados de ese entonces, peroraron largo y tendido sobre tan bello arte. Pero luego, sólo años después y para estar a tono con las tendencias “mundiales”, se dijo que no, no era arte, sino martirio hacia tan bella y fiera bestia. Rubén Moreira dijo que no se iban a permitir los toros, las corridas de toros en el Estado de Coahuila de los Moreira. Se cancelaron las corridas y los diputados peroraron muy sobradamente sobre la crueldad en los pobres “animalitos”… Pero ahora de nuevo, se dice que es arte. Es decir, aquello de “sube el piano hijo; no, baja el piano dijo tu papá…”

    Esto es ignorancia, oportunismo político o las dos cosas. No hay asideros, cultura, vocación, datos, conocimiento, decisión propia. Con el crucificado, bueno, el ex crucificado de Tabasco, Andrés Manuel López Obrador, pasa lo mismo. Uno de sus claques de San Luis Potosí, el famoso pandillero “El mijis”, pues no, ahora no es pandillero ni una lacra social, sino que ya es diputado local allá y hace días, fue glorificado con un “Doctorado Honoris Causa” por una Universidad de aquellas bellas tierras. Entonces ¿El doctorado de “El Mijis” vale lo mismo que uno de Mario Vargas Llosa o de T.S. Eliot? ¿Vale entonces lo mismo la música de Celso Piña a la de Charles Aznavour? Recuerde usted que el mismísimo profesor bailarín de HMV, trajo a Saltillo al “Rebelde del acordeón” y le entregó las llaves de la ciudad como “Ciudadano distinguido.” Miguel Ángel Riquelme ya trajo y a todo tren a “Los Ángeles azules” y nadie dijo nada. ¿Esta música es igual de valor a la de Charles Aznavour? De ignorancia y estupidez, también se mueren los pueblos. Los gobernantes lo saben, por eso lo hacen a propósito, yo no tengo ninguna duda al respecto. Es deteriorar sistemáticamente la vida del pueblo, de los ciudadanos. Y sigo pensando lo mismo: ahora con la “maravilla” de Internet, estamos más adocenados que nunca. Ojo, por solidaridad me incluí.

    Murió Charles Aznavour, actor, cantante y compositor con más de 1,400 temas grabados, más de 100 millones de discos vendidos y más de 80 películas que gozaron de su presencia. Se le llorado en el mundo desde su muerte a los 94 años el pasado 1 de octubre. Se le ha llorado en el mundo… menos aquí. Lo confieso, de su vasta, muy vasta discografía, apenas tengo tres o cuatro discos compactos. También tengo canciones suyas en antologías de música francesa. Murió de 94 años y aún seguía cantando en sus giras alrededor del mundo. En Barcelona y en abril de este año, cuentan las crónicas de ese momento, llegó al escenario cojeando, pero llegó y tiró una broma para romper el hielo con su público que lo esperaba, siempre lo esperaba para aplaudirle e idolatrarlo: “Hoy tenía dos opciones: no cantar o morir en el escenario.”

    Fue conocido como el “Frank Sinatra francés”, comparación odiosa sin duda, cada cantante tiene su estilo y personalidad propia, pero así es el mundo, se compara no pocas ocasiones, para tener una estampa o imagen disponible rápida y a la mano para contextualizar un estilo, una composición o un cantante. Hasta el día de su muerte, el gran Azanvour se encerraba a componer una canción diaria. O al menos versos sueltos, para luego terminar dicha melodía. Era su ritmo de trabajo, amén de sus giras y conciertos que no pensaba abandonar hasta “morir en el escenario.” Caray, lo logró. De hecho, tenía programado un concierto en Bruselas y luego, una gira por Francia. Sus canciones melancólicas y reposadas serán siempre recordadas y se encuentran inscritas en el muro musical de la humanidad.

    De hecho, la que más recuerdo de este gran músico y escritor, es “She”, canción que eriza la piel y el esqueleto con varios cantantes que la han hecho suya, pero recuerdo en mi oído la interpretación que hace de ella, Elvis Costello, quien usted lo sabe, es el esposo de mi amada Diana Krall, pianista y cantante de jazz a la cual en cada gira que toca a México, corro a verla (Monterrey y Ciudad de México, y una ocasión en Zacatecas) para gozar a una intérprete que lo deja a uno en las nubes por días, días enteros. Aznovour le compuso versos y canciones a la mismísima Edith Piaf, lo cual y claro, lo catapultó a la fama mundial. Pero él mismo, sin tener la gran voz, la gran presencia ni ser tan “alto ni tan guapo” le llegaron a decir, conquistó los escenarios con su talento, talento desbordante en todas sus canciones como “La bohème”, “J’abdiquerai”, Venecia sin ti”, “La mamma”…

    Me voy enterando que el gran Charles Aznovour tiene un disco en colaboración con… Chucho Valdés. ¡Pago lo que sea a quien lo tenga para tener una copia!

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