Maradona: “Codesal fue un ladrón, lloré mucho por su culpa y no lo perdono”

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Diego Armando Maradona (Buenos Aires, 1960) nos recibe justo después de terminar su entrenamiento a puerta cerrada, al que amablemente nos dejó entrar. Dorados es un reducto de paz para él, con poco ruido alrededor.

Culiacán, una ciudad con una mala fama, se ha convertido en un paraíso para un ‘Diez‘ que solo quiere trabajar. Sin más. Media hora de conversación con las cámaras de MARCA Claro México enfocando.

Uno nunca sabe dónde encuentra el amor y usted lo ha encontrado aquí, en Culiacán. Me ha tocado entrevistarle ya en muchas partes del mundo, pero pocas veces le había visto tan feliz como estos días en Sinaloa. ¿Estoy en lo cierto?Sí, puedo decir que estoy feliz. Solo recuerdo tanta felicidad entrenando al equipo de donde eran mis padres (Deportivo Mandiyú de Corrientes). Aquello fue un gran sentimiento porque ambos estaban vivos entonces. Tras eso, acá, en Culiacán, me han dado todo la tranquilidad en el club y su bondad como pueblo.Tanto que no quiere irse de aquí, o eso ha dicho.Ahora, por los buenos resultados que estamos teniendo, me preguntan que si me voy a ir aquí o allí , pero no, ‘viejo’, yo firmé tres años con Dorados para hacer un equipo competitivo y en eso estoy. No quiero que cualquiera que venga nos haga tres goles y se vaya para casa. Quiero solidez atrás, sí, pero un equipo que ataque. Mis chicos no saben hacer otra cosa. No aflojan.Pero los Xolos de Tijuana (club con el mismo dueño que Dorados) están en la Liga MX y… ¿quién le dice que no a ese ascenso de categoría?Sí, es atractivo, pero también hay otros equipos (insinúa Diego que han venido a buscarle)

Al final, tras unos días aquí, veo que Dorados le ha dado algo muy sencillo: un lugar en una cancha de fútbol. Ni más ni menos. Algo sencillo.
Exacto. Coincido. Me dieron esta entidad para entrenar. El primer día reuní a mis jugadores, les miré a la cara, y les hablé, porque sé que muchos creían que yo venía de vacaciones. Así hemos logrado al final concienciar al equipo, y darle una manera de jugar que esperemos que surja efecto ahora en la liguilla tras lo mucho que se ha hecho. Ver cómo está el equipo ahora y cómo estaba antes dice mucho de los chicos. Dimos con la tecla.
¿A quién destaca?
No voy a negar que tenemos una figura, que es Angulo (Vinicio, delantero ecuatoriano que lleva la 10), nos da muchos puntos, pero tengo dos, o incluso tres, marcadores de punta [el joven Sandoval, sacado por Diego, es uno] que son extraordinarios, de Primera división, porque si te fijas en la Liga MX, los marcadores de punta (laterales) te la revolean siempre a la platea (grada).
Usted es Diego Maradona, con todo lo que eso significa. Hace unas semanas, por ejemplo, tuvo que entrenar con las luces prendidas del autobús del equipo porque no había luz en el campo de entreno en Oaxaca. Para la gente que no le conozca, le puede parecer extraño. ¿No se le caen los anillos de venir aquí y trabajar en la Segunda mexicana?
Para nada. Yo soy uno más de este equipo, como el que lleva la llave de la cancha. Y es verdad: el otro día, no teníamos cancha y se hizo de noche. Los muchachos me miraron y les dije: ‘Vamos a entrenar igual’. La cancha estaba llena de mosquitos, había de todo… Y puse el micro mirando para el césped. Tanto que a la hora de tocar el balón, el foco te deslumbraba [risas]. Pero pudimos hacer el táctico y ensayar córners. Así estuvimos listos para jugar… y ganamos ante Alebrijes.
Si asciende, ¿qué haría?
Lo compartiría con los muchachos sin más. Y le reitero, sé que muchos chicos dudaban de si venía de vacaciones o venía a trabajar. Se lo noté en la cara a algunos. Yo les encaré a todos, los senté y les hablé una hora más o menos. Les dije: ‘Chicos, yo no vengo de vacaciones. Tengo un montón de sitios mejores para ir de vacas, y mejores que Culiacán y con mejor compañía’. Y de ahí, los chicos entendieron mi mensaje. Agarraron un vuelo que es inexplicable para el fútbol mexicano (en Liga solo perdió uno y empató otro en ocho choques).
¿Y cómo les cambió esa mentalidad?
Yo no les cambié nada, simplemente trabajé y les hice entender lo que a mí me hicieron entender maestros como el ‘Flaco’ Menotti, Basile, el ‘Zurdo’ López, Antonio D’Accorso, el mismo Bilardo… aunque de Bilardo aprendí menos, porque mi estilo es totalmente menottista. Tengo muchos recuerdos de Angelito Cappa también, eso es imborrable. Y por supuesto, otro como Fernando Signorini no voy a encontrar. Por un problema que él tiene en la vista, no pudo venir, pero a Fer también lo hubiese querido tener en este momento.
Una última sobre fútbol mexicano. ¿Se acuerda de Edgardo Codesal (el árbitro mexicano que pitó la final del 90 y cuya decisión de darle un penalti a Alemania hizo campeón a este equipo). ¿Se acuerda?
Mejor no acordarse. Un ladrón…
Me dicen que está pasando un mal momento de salud… (me interrumpe).
No me importa, no me importa.
¿Pero aún no le ha perdonado?
Lloré mucho por culpa de Codesal. Ojo, tampoco me río de la mala salud de nadie. A nadie le gusta estar enfermo. Pero… si le tocó, por algo fue.

Entrevista concedida al Diario MARCA

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