Pero qué necesidad

    Por Julián Parra Ibarra

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    Por los motivos que haya sido -y que usted mejor que nadie puede juzgar su
    pertinencia o inconveniencia-, desde la pasada administración estatal en
    Coahuila está prohibida la instalación y funcionamiento de los casinos, casas
    de apuestas, las ‘maquinitas’ tragamonedas, las peleas de gallos y hasta las
    corridas de toros.
    Algunas de estas actividades, en efecto, suelen ser imán de gente no muy
    deseable en nuestras sociedades, amén de que en el caso concreto de los
    casinos, al menos en Torreón, habían venido generando un serio problema
    social entre las familias cuyos miembros se habían hecho adictos al juego, y
    en más de una ocasión pusieron en juego escrituras y facturas de inmuebles y
    automóviles, generando incluso la desintegración de muchas familias que
    llegaron a acudir a Obispo ante lo preocupante del problema social.
    Por ello, resulta incomprensible, inconcebible, que de pronto surja la noticia
    de que la administración municipal ha otorgado el permiso correspondiente
    para el funcionamiento de uno de estos casinos que habían sido clausurados
    en Torreón.
    Ante la presión social que ello generó, el secretario del Ayuntamiento, Sergio
    Lara Galván, salió ante los medios para decir que la expedición del permiso
    otorgado al Casino Majestic fue debido a un ordenamiento del Tribunal
    Colegiado Municipal, pero que no se puede dar su apertura inmediata hasta
    en tanto no le sea expedida las autorizaciones estatales y federales.
    Como dicen los abogados, suponiendo sin conceder que así sea, y
    concediéndole el beneficio de la duda a la actual administración ¿qué
    necesidad había entonces de levantar tanta polvareda expidiendo la
    autorización municipal, si no se ha cubierto la tramitología estatal y federal?
    En el ámbito de lo estatal, ya sabemos, no se va a otorgar esa autorización
    porque la ley lo prohíbe, y habría que reformarla para poder dar luz verde a la
    reapertura de los casinos, aunque según lo dicho apenas hace unos días por
    el gobernador Miguel Riquelme de que en esa materia no se va a dar ni un
    paso atrás, se puede interpretar que no habrá reformas a la ley.
    Entonces ¿Qué necesidad de alborotar la gallera si, como dice Galván, todavía
    no es definitivo? ¿Por qué jugar con fuego, con un tema tan sensible para la
    sociedad lagunera y que en su momento generó muchos problemas entre las
    familias?
    Bien diría Bora Milutinovic: Mi no entender.
    laotraplana@gmail.com
    @JulianParraIba
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