¿El fin de la violencia? (2)

    Por Jesús R. Cedillo

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    Todo son planes, esperanzas y buenas intenciones. Andrés Manuel López Obrador, de crucificado pasó a ser “El purificador”, con su sola presencia o la imposición de manos en sus súbditos y acólitos (los grandes ejemplos son Napoleón Gómez y Elba Esther Gordillo, en fin, nadie tiene memoria en México). ¿El otrora dinosaurio priista, Manuel Bartlett, autor de la famosa y milenaria “caída del sistema” para darle la victoria a Carlos Salinas en contra de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988? Pues no, ya no es miembro notable de la “mafia del poder”, ahora es Director de la CFE y amigo personal del portador del báculo y la verdad, AMLO. Si esto pasa en política, ¿qué nos espera en materia tan delicada como la violencia extrema que sigue azotando al país en todo su territorio?

    ¿Con sólo la unción de AMLO en la Presidencia, bajarán los índices de criminalidad y pararán, al menos por horas o días, las reyertas y ajustes de cuentas entre bandas rivales o contra la diezmada población civil? Ingenuo sería pensar que así va a suceder. Si bien el sexenio de Enrique Peña Nieto ha sido y va a terminar como algo decepcionante en este aspecto, las bandas de criminales cuando hay margen de maniobra, depredan terreno hasta convertirlo en algo asfixiante, como en ciertas porciones de la república sucede: Estado de México y Tamaulipas, por citar dos entidades donde no hay ley, así de simple. Monterrey sus área conurbada ya es letal de nuevo. No hay Gobernador, vaya, siempre se lo dije. 2017 ha sido el año con más violencia extrema de la última década, según los registros oficiales del INEGI. 26.9% más de homicidios que en el 2016. El año pasado hubo 31 mil 374 homicidios. En este 2018, de persistir las cifras que van en el primer semestre del año (15 mil 973 asesinados), se superará el record del año pasado. Así de terrible está la cosa en el país.

    Por estos días, se anunció como siempre, con bombo y platillos, la captura de José Guadalupe “N”, alias “El quince” o “Don Lupe”, presunto jefe regional del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) quien operaba en Jalisco y Colima y de acuerdo con informaciones oficiales, éste sería el responsable de la desaparición de tres ciudadanos italianos que en enero de este año, fueron vistos por última vez en Tecalitlán, donde luego fueron llevados por policías municipales frente a “Don Lupe.” No bien se había anunciado, repito, la captura de este presunto líder criminal, el CJNG presumió su poderío de armas  y equipo en un video en la red de Internet, en algún punto de las carreteras de Jalisco o Colima. Tipos armados hasta los dientes van en caravana, como en una especie de patrullaje de su terreno y a plena luz del día. Nadie los molesta. Ellos se pasean armados y juegan bromas.

    Y si líneas arriba dijimos que los policías municipales de Tecalitlàn, Jalisco (cuatro) fueron los responsables de detener a los ciudadanos italianos y llevarlos ante “Don Lupe”, se infiere que estos, como la mayoría del cuerpo de policías, reciben órdenes y dinero de dicha agrupación criminal. Desgraciadamente nada nuevo en este país en un amasiato terrible entre policías, políticos y mafias criminales. Y de hecho y en casi todo el territorio nacional, los policías y en cualquier encuesta de percepción ciudadana, aparecen en los últimos lugares de honor, credibilidad, respeto y servicio al ciudadano. Es tal su repudio, que nadie se conduele cuando uno de ellos mure. Incluso, hay gente que, ante los atropellos por ellos cometidos varias veces, sólo aciertan a decir: “Se lo merecen.” Ergo: Fernando Puròn, liquidado desgraciadamente.

    En lo que va de este 2018, van asesinados 207 policías en México, según la ONG “Causa en Común.” No pocos vaya y nadie, nadie se conduele de ellos. Esto, todo esto ¿va a terminar cuando el “Purificador” de AMLO llegue a la Presidencia? ¿Será el fin de la violencia cuando jure el cargo y sea erigido en Santón de México?

     

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