Leonora Carrington, la artista que hablaba con animales mágicos para después pintarlos

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El surrealismo nació a principios del siglo XX para redefinir la manera en que se ve el mundo. En las obras de esta corriente artística observamos un caos ordenado, una nada repleta y un detallado vacío. Se asegura que muchos trabajos surrealistas están encaminados a representar el subconsciente y los instintos; sin embargo, no es un común denominador. Lo que sí comparten es la ausencia absoluta —o presencia moderada— de razones.

La sobriedad es compartida por muchos artistas de esta corriente. No obstante, la elocuencia de Leonora Carrington (1917-2011) es incomparable. Nació en Reino Unido y dibujó desde que tuvo memoria. La constante práctica la llevó a mejorar su técnica, pero continuar imaginando mejoró su percepción del mundo. La infancia y juventud de la artista marcaron su vida y obra. Desde temprana edad, se ve en su desenvolvimiento una condición de apego consigo misma, con la naturaleza y con los animales.

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En La casa del miedo (Carrington, 1992), la autora declaró visitar el zoológico frecuentemente, incluso reveló conocer mejor a los animales que a las chicas de su edad; además, confesó hablar constantemente con diversas especies. No en un monólogo: ella hablaba y las criaturas le contestaban. La Segunda Guerra Mundial y un colapso nervioso la orillaron a exiliarse en México, donde además de las tradiciones, el ambiente y la cultura, su estancia resultó placentera por encontrar ahí colegas y amantes. Fuera de sus orígenes fue donde encontró a sus dos amores: Renato Leduc, su primer esposo, y Emérico Weisz, el segundo. El desenfreno de la pasión de Leonora es evidente en múltiples cartas enviadas a Leduc, en donde escribe: “…daría yo el gato, mi cabellera y la mano izquierda por que volvieras…”, y “Renato, ¿por qué es tan raro que dos personas que viven juntas se escriban cartas? Al escribir uno se vuelve más libre”.

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A pesar de su pasión, vemos que su obra se compone mayormente de autobiografías; en ninguna de sus obras está representado claramente ningún amante, ni siquiera una persona cercana —como contraste, se puede mencionar a Frida Kahlo. Todas son protagonizadas por ella, por animales polimórficos o por mujeres empoderadas, y quizá eran una extensión de ella misma. Leonora Carrington también vivió fascinada por el misticismo, la alquimia y el ocultismo. Muchas de sus obras emplean simbolismos alquímicos y rituales de hechicería; incluso ella misma se representó en muchas ocasiones como una diosa blanca. La magia, la astrología y el tarot acompañan sus pinturas en todo momento. Además, los mitos y los cuentos mágicos atraparon la atención de la artista por mucho tiempo. Grecia, Egipto, Mesopotamia y Roma son algunas de las culturas que rescata entre sus colores. Las religiones del mundo y las leyendas antiguas revelan lo sagrado del arte de Carrington.

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El profundo apego con México se ve explorado repetidamente en su obra, principalmente con el descubrimiento del mundo prehispánico y el encanto con las tradiciones contemporáneas. Además, aquí forjó amistades cordiales con muchos y muchas colegas; para muestra: Remedios Varo. Su apego fue tan grande que se dice que diferenciar una pintura de Leonora Carrington y una de Remedios Varo es una tarea ardua.

leonora carrington 4“La casa de enfrente”, 1945

Hay que aclarar que Leonora Carrington jamás se preocupó por clasificarse como surrealista. La vida para ella era completamente imaginaria, por eso la representaba así. Ninguna tendencia del arte la impulsó a llevar su forma de vida a los lienzos y a las palabras; ella no era surrealista, el surrealismo era ella.

El Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, ubicado en Chapultepec, presentará hasta el 23 de septiembre de 2018 Leonora Carrington: cuentos mágicos, una exposición de una artista que, a través de su conexión con el mundo místico, representa su realidad en pinturas, esculturas y escritos. Mas de setenta años de producción artística respaldan la técnica y las ideas de una de las artistas con más imaginación y carácter. En toda la exposición se observa la esencia de una mujer comprometida consigo misma y con el arte. La feminidad, el misticismo, el reino animal, la entelequia, los mitos, el exilio y el sentido de pertenencia cosifican a Leonora Carrington en ella misma, pues el arte no puede representarse de otra manera que estando consiente del balance entre cada cual y el entorno.

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Con información de Cultura Colectiva

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