Distractores

    Por Jesús R. Cedillo

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    Nunca me ha gustado el futbol soccer. Soccer, así solamente, para los anglosajones. Deporte que arrastra a medio a mundo o al mundo entero, pero que en mí, es algo tan aburrido, como ver las olas que vienen y van, por una hora sentado frente a la imponente mar. El soccer es tedioso. No hay emoción alguna. 11 de una tribu pateando un coco el cual cayó de una palmera y se los disputan a otros once de la tribu de enfrente. No más. Si usted agrega a esto eso llamado “error” humano de los árbitros a los cuales se les engaña  eatralmente y en cada jugada “peligrosa” (lo que eso signifique en la jerga del soccer) dentro del área, el plato de la mediocridad está servido. Qué México y su selección de millonarios le ganaron a una abúlica y cabizbaja selección de Alemania, fue un error de libreto. La gente se ilusionó, donde no hay motivo de esperanza ni ilusión alguna. Luego vino nuestra realidad: Suecia les clavó tres goles a los ratones verdes. Brasil dos o tres más, es intrascendente todo ya. Lo demás es historia.

    Mientras el Mundial de Soccer servía perfectamente como distractor a nivel mundial, mientras el Chícharo Hernández pronunciaba una frase “celebre” para las revistas del espectáculo y la farándula política (algo así de “soñar cosas chingonas” y luego se pintó el cabello de color marciano), en México, se celebraban elecciones de todo tipo: Presidente, gobernadores, senadores, diputados, y etcétera. Es decir, otro distractor más. Y así, de distractor en distractor, lo realmente importante ha pasado de noche, como siempre, para el mexicano jodido de siempre. Sin duda, al menos yo no tengo ninguna duda al respecto, todo es hecho milimétricamente, todo está planeado bajo cuidadosa organización para eso, para chingarnos (para usar la jerga de moda) y sin que nos demos cuenta. Menos chistar o protestar al respecto.

    Le voy a contar varias cosas que pasaron (graves, todas) mientras la gente se entretenía con los distractores del Mundial, las campañas abúlicas a la Presidencia y su bombardeo asqueroso de anuncios publicitarios en todos los medios posibles. Es una rápida recopilación de cosas importantes, pero luego y con el paso de días, se las iré puntualizando. Mientras Osorio se convertía en héroe por un día y luego, en villano eterno, la autoridad mexicana en la materia de competencia, dio visto bueno para una fusión bancaria sin precedentes: Banco Banorte se fusiona con Interacciones. Ojo, con esta fusión, cuatro Bancos o entidades controlarán el 65% de los activos bancarios en el país. ¿Cómo se le llama a esto? Sí, un jodido monopolio de millonarios navegando en la riqueza, en contra de los pobres y miserables mexicanos (más de 56 millones de hambrientos) que habitamos este país. Se lo traduzco ahora al cristiano: Banorte e Interacciones, junto a BBVA Bancomer, Santander y Citibanamex, controlan los dineros, la marmaja, los servicios de cuentas, los mecanismos financieros y todo lo que esto lleva, hasta en un 66% del mercado bancario mexicano que usted puede utilizar. Ellos lo saben todo de usted y sólo con ellos usted puede hacer transacciones y negocios. Así de sencillo. Ellos saben lo que usted debe, come y lo que compra diario en un Oxxo.

    Mientras esto pasaba y nadie decía nada, nadie dijo nada, el país se colapsaba por lograr un “quinto “partido en la Copa del mundo; es decir, el conformismo a todo lo que da el país. La compra de Interacciones por Banorte es por el orden de los 1,390 millones de dólares. Y usted lo sabe, los propietarios son la familia de estirpe priista de los Hank, quienes a la vez, tienen todos los bonos, casi todos, de la… millonaria deuda de Coahuila y otras entidades empeñadas priistas.

    Nadie dijo nada, pero todo mundo hacía eco de una frase del millonario Chicharito, una frase tan huera como pusilánime lo es el ariete mexicano que jamás se comprometió con el país en su Selección ni dio lo mejor de sí en el campo de batalla.

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