Elogio del periodismo

    Por Jesús R. Cedillo

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    Usted lo sabe, las culturas se definen por su frescura, inocencia y madurez y sin contradicción de por medio; también se definen por su vitalidad creadora, su crítica ácida y feroz, todo ello anclado en eso llamado libertad. Un grado de madurez de un pueblo y su cultura viva y latente, se define por lo que puede nombrar, apuntar, decir, dejar como testimonio. Lo contrario: al ejercer la censura, los inquisidores lo primero que eliminan es la palabra oral o escrita; la historia así lo demuestra. Usted lo sabe, la palabra es un arma mortífera desde tiempos de la antigüedad. Así lo sabían y lo esgrimían Lao Tse, Aristóteles, Séneca, Juvenal, Mirabeu, José Ortega y Gasset… si se somete o se acalla la palabra, no solo se agrede a un escritor, a un fotógrafo, un periodista, un editor, no, se agrede a la sociedad toda que pierde una voz que habla por aquellos que no tienen voz.

    La palabra es un arma mortífera. Por eso los políticos, empresarios y crimen organizado le tienen más miedo a la palabra de la radio o la palabra escrita en un periódico, que a un rifle de repetición instantánea, una granada de fragmentación o una espada desenvainada. Tal es el miedo hacia un periodista o escritor, que en México, como en Siria, los matan. Son los dos países más peligrosos para ejercer el periodismo (Reporteros sin Fronteras). Para desgracia de todos, en este año, han asesinado a seis compañeros en México (los dos últimos casos, de manera harto dolorosa y dramática. Héctor González en Tamaulipas y Alicia Díaz en Monterrey). 45 periodistas en los seis años de Enrique Peña Nieto en la Presidencia. Ellos eran nuestra voz; sin ellos, todos estamos de luto y en silencio, tratando de recuperar nuestras palabras. Con ellos, todos hemos muerto ya un poco.

    Hace días fui objeto de dos episodios extraños y de mala leche. Lo peor: estoy un tanto acostumbrado a ello; insultos, amenazas, señales obscenas, improperios. Escudados en la red del anonimato de Internet, groserías de poca monta. Agradezco las atenciones y rápida solidaridad y seguridad que recibí de todo mundo, iniciando por esta casa editorial y luego, VANGUARDIA, ambos lo ventilaron rápidamente. Gracias a mis compañeros de medios impresos, de radio, televisión y medios digitales. Del Fiscal del Estado, Lic. Gerardo Márquez, recibí atención, profesionalismo e inmediato apoyo. Del C. Alcalde de Saltillo, Manolo Jiménez, recibí apoyo milimétrico y su preocupación genuina y sincera. Todo el día de los hechos, se estuvo comunicando para preguntar por mi tranquilidad. Gracias. Del Lic. Federico Fernández, Comisionado de Seguridad Pública Municipal, recibí apoyo irrestricto y sobrado. Gracias a todos.

    El pasado 7 de junio se celebró de manera oficial la libertad de prensa y de expresión, al día de hoy, esperemos siga siendo motivo de fiesta y jolgorio y no pábulo para el llanto y dolor de huesos. Al final de cuentas, nosotros los escritores y periodistas sólo tenemos una mínima armería a utilizar: 28 letras del alfabeto y los diez dedos que Dios nos dio en las manos. Sólo eso.

    Larga, larga vida a los medios de comunicación y que los días de libertad se multipliquen por siempre.

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