Con las manos atadas

    Por Gerardo Hernández

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    Como candidato de cualquier partido en el poder, José Antonio Meade, de la coalición Todos por México (PRI, PVEM, Panal), está maniatado para señalar los excesos y fracasos del gobierno, así sea el “único capaz de limpiar la casa”, según el líder petrolero Carlos Romero Deschamps. La bandera contra la corrupción la tomó Andrés Manuel López Obrador, de Juntos Haremos Historia (Morena, PT, PES). Originalmente era del PAN, pero en las presidencias de Vicente Fox y Felipe Calderón, y de nuevo como oposición, en lugar de combatirla, la abrazó.

    AMLO puede ser un político honrado y el aspirante con mayores probabilidades de ganar las elecciones, pero su alianza con líderes acusados de enriquecimiento ilícito contradice su discurso. Para el candidato de izquierda, así como para la mayoría, el gobierno es la principal fuente de corrupción, y para erradicarla encontró la panacea universal: predicar con el ejemplo. Además de votos para asegurar la victoria en su tercer intento y evitar un nuevo fraude, AMLO busca quien vigile las 156 mil casillas donde se emitirán el 1 de julio.

    Ricardo Anaya, de la colación Por México al Frente (PAN, PRD, Movimiento Ciudadano), refutó a AMLO en la reunión con la Cámara de Comercio Americana de México (AmCham, por sus siglas en inglés), celebrada el 9 de abril: “No basta con que llegue alguien honesto para que, un poco por ósmosis, su honestidad se le contagie a los gobernadores y a los presidentes municipales. (…)

    “Vamos a suponer que fue un jefe de gobierno (de la Ciudad de México) muy honesto, pues esa transmisión por ósmosis no llegó ni siquiera a su círculo más cercano. Acuérdense ustedes de las imágenes de René Bejarano recibiendo fajos de billetes en efectivo, y de su más cercano colaborador (Gustavo Ponce), que era secretario de Finanzas: acabó en la cárcel y no porque él haya querido, sino porque se revelaron unos videos y a él no le quedó de otra”, dijo en la 101 asamblea general de socios “2018: Compromisos urgentes para el México que queremos”.

    El encuentro con la AmCham —fundada en 1917 durante la presidencia de Venustiano Carranza— no fue un día de campo para Meade. “¿Por qué aceptar ser representante de un partido corrupto?”, preguntóel moderador Carlos Mota en el nombre de los socios. Además, quiso saber su estrategia como candidato: “por lo que todos sabemos, la marca del PRI es, probablemente, pues una marca que ha sufrido”. El exsecretario de Relaciones Exteriores replicó: “no hay partidos corruptos, hay políticos corruptos (…) vale la pena distinguirlo porque México necesita muchos servidores públicos, (…) que se haga buena política (…) y que los malos políticos, del partido que fuera, estén enfrentando sus consecuencias y estén en la cárcel”.

    Los exgobernadores entre rejas son apenas un puñado, como el panista Guillermo Padrés (Sonora). Además, la mayoría fueron detenidos en el extranjero: Tomás Yarrington (Tamaulipas) en Italia, Javier Duarte (Veracruz) en Guatemala y Roberto Borge (Quintana Roo) en Panamá.César Duarte, de Chihuahua, se halla prófugo, protegido por el presidente Peña Nieto, según Javier Corral. En los cinco estados hubo alternancia. Sin embargo, en los casos Odebrecht, que ha provocado la renuncia y encarcelamiento de empresarios y expresidentes de varios países de América Latina, y La Estafa Maestra, que involucran a altos funcionarios del gobierno mexicano, la justicia no ha movido un dedo.

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