La rifa del tigre II

    Por: Gerardo Hernández González

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    En un estado que ha sido residencia de capos y zona de guerra de carteles de la droga, José Luis Pliego Corona asumió este lunes la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Hasta mediados de mes se desempeñó como titular de Prevención de Delitos Cibernéticos de la Policía Federal; fue director de la Policía Ministerial del Estado de México en el gobierno de Enrique Peña Nieto y funcionario de la Secretaría de Administración, cuyo jefe era el ahora presidente, en el sexenio de Arturo Montiel.

    Militante del PRI, Pliego fue candidato a diputado local para la V Asamblea Legislativa del Distrito Fedral en 2009 por el distrito XXX de Coyoacán, donde triunfó el perredista José Valentín Maldonado Salgado. En los comicios de ese año, el PRI perdió los 40 distritos; el PRD ganó 28 y dos en coalición con el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia. El PAN obtuvo nueve diputaciones de mayoría relativa y el PT una.

    Rubén Moreira desapareció la SSP en 2013 y en 2016 creó Fuerza Coahuila, una corporación represiva, la cual ha sido acusada de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, detenciones arbitrarias, siembra de pruebas y fabricación de delitos. Si el gobernador Miguel Riquelme revivió la SSP, por congruencia debería suprimir también Fuerza Coahuila para erradicar todo vestigio de su incómodo predecesor.

    El artículo 12 de la Constitución local señala: “Los coahuilenses serán preferidos, en igualdad de circunstancias, para toda clase de concesiones y para todos los empleos, cargos o comisiones del Gobierno del Estado”. Pliego, según se sabe, nació en Ciudad de México, mas no es el único funcionario sin arraigo en ocupar un puesto relevante. Javier Villarreal, secretrio de Finanzas y operador de la deuda por más de 36 mil millones de pesos contratada en el gobierno de Humberto Moreira, es originario de Tamualipas.

    Luego de tomar la protesta al nuevo jefe de la SSP, en una ceremonia a la cual los medios de comunicación fueron citados a las siete de la mañana, y en la que no se permitieron preguntas, el gobernador reiteró que “la seguridad pública constituye una política de Estado de la más alta prioridad. (…) Desde el primer día (…) hemos trabajado de manera coordinada entre los tres órdenes de gobierno y las fuerzas armadas con el objetivo conjunto de mantener la paz y la tranquilidad que la sociedad coahuilenses desea y merece”.

    Pliego —dijo— “(es) un profesional de la seguridad con gran capacidad, experiencia, talento y honradez”. Riquelme encomendó al secretario la “reingeniería de la actuación y operatividad de las fuerzas policiales”, además de dignificar “su labor y la de sus familias en la salvaguarda de la paz social y la tranquilidad de los coahuilenses”, con énfasis en el respeto de los derechos humanos.

    El titular de la SSP bosquejó su plan de trabajo a partir de reformas estructurales en el sistema de seguridad pública y penitenciaria, basadas en: “una imagen de fortaleza, confianza, protección, respeto, integridad y salvaguarda de nuestros valores fundamentales; implementar una normatividad para el pleno desarrollo de todos los segmentos de la sociedad en completo resguardo a su integridad; velar permanentement por la dignificación de las corporaciones policiacas, custodios y sus familias, como punto medular del sistema de seguridad pública; y en los principios universales de los derechos humanos”.

    Si Pliego no politiza la seguridad, le madruga al crimen como lo hizo al rendir protesta, es igual de celoso y tiene los mismos arrestos en el desempeño de sus funciones que cuando corrige la ortografía y reta a sus críticos anónimos —lo hizo en campaña—, y cuida de los derechos humanos como de su apariencia, podría dar resultados.

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