El lobo y Caperucita 1/2

    Por: Jesús R. Cedillo

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    El erotismo es tema inacabable. El fetichismo, menos. Motivo ambos de vida y literatura, todo gira en torno a ello. El espectáculo no sirvió de nada. O para muy poco, pero en una edición pretérita del Súper Bowl que estuvo de alarido y se decidió en los últimos 18 segundos mediante una errática jugada de los Halcones Marinos de Seattle (los cuales renegaron de la gloria, teniéndola a tres jugadas y una yarda por avanzar), las curvas de Katy Perry (una lolita un tanto crecida) provocaron e incendiaron más la vida misma, que sus tonadas bobaliconas. Fin. Y es que Katy Perry forma parte de esa legión de “Lolitas” que pueden adueñarse del mundo todo. Anote usted en esta lista a Ariana Grande, Kylie Janner, la misma Paris Hilton…

    Y hablando de lolitas, tengo un libro de ensayos en preparación el cual tiene como posible título el siguiente: “El lobo y Caperucita. Un asedio hermenéutico a la imagen de Lolita en la narrativa contemporánea.” La referencia a la genial obra de Vladimir Nabokov es obvia y sobre ésta, voy a tratar de ancilar mi propuesta literaria que espero algún día llevar a buen puerto. Tema por lo demás, ensayados pro va ríos escritores siempre.

    La anécdota de la novela “Lolita” es de sobra conocida: Dolores, Lolita –“un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos” –,  una nínfula de 13-14 años con poderes eróticos emanados de alguna parte del infierno, seduce a un escritor-profesor –“un viudo de raza blanca”– llamado Humbert Humbert, llevando la relación de los límites de lo terreno y la carne, a instalarse en aquella porción llamada eternidad. Prohibida en su momento (década de los cincuenta del siglo pasado), la novela “Lolita” es considerada ahora un texto genial del cual nació un río de imitadores, epítetos que tienen en su original, más que un modelo, una veta inacabable sobre la cual se construyen palimpsestos a la fecha; muchos de ellos, de excelente factura.

    Extraordinaria creación literaria, la novela fue interpretada en su momento de muchas y variadas formas, entre las cuales una es obvia: Lolita es el Continente Americano, la joven América que seduce y corrompe a Humbert Humbert, símbolo éste del Continente Europeo, o de la vieja Europa. Nabokov-Humbert, es el autor que personifica en sí mismo estos vaivenes del exilio, de la decadencia y de las esperanzas fincadas en el llamado nuevo continente. Vladimir Nabokov nacido en la antigua Rusia, fue educado en Inglaterra, residió en Alemania y Francia y, para huir de los estragos de la Guerra Mundial, se afincaría desde 1940 en Estados Unidos, la gran patria adoptiva (la joven Lolita, la joven América) que amamantó y recibió generosamente a los emigrados europeos que encontraron en ésta, el terreno fértil para llevara acabo sus propuestas estéticas y de vida. Continuarà en la próxima entrega…

     

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