Aún se debate si Nicanor Parra (1914–2018), el legendario, el de tono garcíalorquiano, fue la mente maestra de aquella poesía rupturista, que él mismo calificó como “estrambótica, más o menos destartalada”: la antipoesía.
La obra de Nicanor
Es que este matemático y físico chileno, reconocido por su crítica hacia el poder político y el clero, marcó fuertemente la poesía hispanoamericana con su estilo extravagante y transgresor. El mismo se autodenominaba “poeta entre dos fuegos”.
“La postura de poeta cavernícola no me disgusta y por desgracia no lo soy. Para contentarme me convierto en un organizador de absurdos… los reduzco a teoremas, los hago bailar en la cuerda floja de lo espectacular. Así nació ese juego público y privado que llamamos ‘El Quebrantahuesos”, explicaba Parra en una entrevista hecha en 1959.
Fue Premio Nacional de Literatura (1969) y Premio Miguel de Cervantes (2011), autor de más de una veintena de poemarios, entre los que se destacan su antología más completa integrada por los dos tomos de Obras completas & algo y Poesía soviética rusa.
“Parra fue un gran revolucionario de la tradición poética en la lengua española por su prosaísmo, por apelar a temas de la más cruda vida cotidiana que no figuraban en la poesía”, comentó el poeta barranquillero Joaquín Mattos Omar.
Algunos como Roberto Bolaño, Harold Bloom y Niall Binns lo calificaron como “uno de los mejores poetas de Occidente” y no era para menos. Por eso la necesidad de traducir sus obras al inglés, francés, sueco, ruso, checo, finlandés y portugués.
Sin embargo, su agresividad e ironía, por supuesto, no ha dejado de irritar a muchos, pues Parra ha sabido bajar la poesía del pedestal, anular ese aura refinada e incrustar recursos del absurdo, el humor y la cultura popular. Otros, como el poeta y narrador colombiano Juan Manuel Roca, consideran que “está sobrevalorado”.
“Parra me parece un buen poeta pero un tanto sobre-valorado. Hay poemas suyos que me gustan mucho, como La víbora, Los vicios del hombre moderno o Soliloquio del individuo, pero otra buena parte de su obra me parece que se queda en la ocurrencia, en el chascarrillo casi tan básico o elemental como sus objetos visuales”, opinó Roca.
“Ahora, ese supuesto invento de la anti-poesía, es una forma poética que ha existido desde siempre, aún en el ciclo clásico. Hay anti-poesía en poetas como Quevedo o Villon. Esto no se le puede escriturar a Nicanor”, añadió.