Los motivos del enojo

    Por: Gerardo Hernández

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    El presidente Peña Nieto se vuelve más irascible conforme se acerca el final de su sexenio. Razones sobran: Donald Trump lo atosiga con el muro, su popularidad está por el suelo, su delfín José Antonio Meade no despega en las encuestas y el ambiente en el 89 aniversario del PRI (el 4 de marzo) resultó más fúnebre que festivo. Entretanto, Andrés Manuel López Obrador se consolida en primer lugar y la embestida de la PGR y del PRI para eliminar de la contienda a Ricardo Anaya, con acusaciones de lavado de dinero, surtió el efecto contrario.

    Los reproches de Peña Nieto contra los medios de comunicación críticos y las redes sociales son cada vez más frecuentes. No en vano, pues la realidad se niega a someterse a los deseos del poder. En este sexenio el gasto en publicidad rondará los 60 mil millones de pesos, según Paulina Castaño, de Fundar Centro de Análisis e Investigación (Reforma, 10.11.17). En el periodo 2013-2017 se ejercieron 37 mil millones de pesos, 71% por encima de los 21 mil 97 millones aprobados por la Cámara de Diputados.

    El resultado en este rubro también ha sido desastroso, pues Peña es el presidente peor calificado. La mayoría del gasto se ha destinado a medios adictos al gobierno, algunos de los cuales son utilizados para golpear a las oposiciones, representadas por López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT y Encuentro Social) y Ricardo Anaya, de Por México al Frente (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano).

    En la embestida contra Anaya, la PGR llegó al extremo de publicar el video de su comparecencia ante la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO). La autoridad negó violar norma alguna y argumentó que la grabación se difundió “por el interés público mostrado por los medios de comunicación”. La atención social y de la prensa es mayor en el caso Odebrecht y otros escándalos de corrupción que involucran a altos funcionarios del gobierno federal, sobre los cuales la PGR ha guardado silencio.

    El presidente Peña no solo niega que la corrupción haya aumentado en su gobierno; al contrario, es el que más la ha combatido, declaró a la periodista Adela Micha en el foro Impulsando a México: La fortaleza de sus instituciones, auspiciado por Grupo Financiero Interacciones y El Financiero Bloomberg en octubre del año pasado. Peña recriminó a la sociedad y los medios ver corrupción por todas partes. “Casi casi, si hay un choque aquí en la esquina: ‘fue la corrupción. Algo pasó en el semáforo, ¿quién compró el semáforo que no funcionaba?’” (Animal Político, 16.09.17).

    Peña no se explica por qué ahora se habla tanto del tema y en el pasado no: “Lo sigo pensando, creo que por décadas la convivencia en nuestro país estuvo marcada y señalada por estas prácticas que se veían así como ‘normales’, como ‘regulares’ y que nadie estigmatizaba como corrupción”. La respuesta está en el Índice de Percepción de Corrupción 2017 de Transparencia Internacional, donde nuestro país obtuvo una calificación de 29 puntos (el promedio es de 43) y se ubica en el lugar 135 de 180. Diez años atrás ocupaba el puesto 72 con 36 puntos. También en términos de corrupción, México es el país peor evaluado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE).

    Si el tema domina hoy la agenda política y social, es porque la corrupción alcanzó las máximas esferas del poder, porque lo invade todo y porque el gobierno, en lugar de combatirla, la fomenta.

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