El suicidio del PRI

    Por: Gerardo Hernández

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    Ricardo Anaya es el séptimo exlíder del PAN postulado para la presidencia y el primero que utilizó el cargo para ese propósito. Cuatro exdirigentes han criticado el personalismo de Anaya, entre ellos el expresidente Felipe Calderón, esposo de la candidata independiente Margarita Zavala, y Manuel Espino, quien podría sumarse a las filas de Andrés Manuel López Obrador, líder en las encuestas para los comicios del 1 de julio.

    El PAN postuló en 1988 a Manuel J. Clouthier, uno de los candidatos más carismáticos y con mayor impacto entre la ciudadanía, sin embargo, apenas captó 3.2 millones de sufragios. La votación panista se disparó a 9.1 millones en 1994, con Diego Fernández de Cevallos; y a 15.9 millones en 2000, con Vicente Fox. En 2006 perdió casi un millón de papeletas con Calderón, pero aun así conservó la presidencia por un margen de 0.6%.

    El PRD ha participado en cuatro elecciones presidenciales. El máximo de votos alcanzado por Cuauhtémoc Cárdenas, candidato en dos ocasiones, fue de 6.2 millones (2000). Con AMLO, el PRD elevó su votación a 14.4 millones (2006) y desplazó al PRI al tercer lugar. En 2012, AMLO subió a 15.8 millones de sufragios, pero el PRI ganó con 19.2 millones; el PAN cayó a la tercera posición. Este año la competencia será entre AMLO y Anaya.

    La encuesta de Reforma (15.02.18) levantada del 8 al 11 de febrero le concede a López Obrador el 42% de la intención de voto efectivo y a Anaya el 31%. José Antonio Meade, de la coalición Todos por México, tiene el 18% y Margarita Zavala el 5%. El escenario de la tercera alternancia revivió la sospecha de una alianza factual entre el PRI y el PAN para impedir el triunfo de AMLO. No sería la primera. Pactos de esa naturaleza le permitieron a Calderón y a Peña Nieto ganar la presidencia.

    Germán Martínez, otro de los exlíderes del PAN críticos de Anaya y opositor de la coalición con el PRD y Movimiento Ciudadano, abordó el tema en su columna “Tentación: Anaya+PRI” (Reforma 14.02.18): “Dos errores hundieron al PRI: el primero, confundir a un gerente de la nación con un presidente de la República; y el segundo, perturbar su juicio con el triunfo pírrico del año pasado en el Estado de México. Ceguera electoral pura. (…) ‘Peña sabe ganar elecciones’, presumían. Ahora la aventura de Meade está empantanada en un lejano tercer lugar. (…) La pregunta fundamental para el famoso Frente del PAN-PRD-MC es: ‘¿intentarán una coalición de facto con el PRI en bancarrota moral?, ¿serán capaces de hipotecar otro sexenio? Sin rodeos: ¿Anaya está dispuesto a alcanzar la presidencia al precio de reeditar pactos de impunidad (Javier Corral dixit), continuismo y privilegios?”.

    Frente al riesgo, Martínez, quien ahora es candidato a senador por Morena, emplazó: “Anaya debería tomar fuerza del propio panismo, no del PRI. Urge una gran operación cicatriz panista. (…) Anaya parece un equilibrista en monociclo trepado en un alambre en lo alto del circo, jugando con bolitas naranjas, amarillas y azules. ¿Aguantará la acrobacia hasta el día de la elección? En lugar de morder el anzuelo del PRI, Anaya dejaría un testimonio de grandeza si busca clara y públicamente el apoyo de Margarita Zavala. La tirria es mala consejera venga de donde venga”.

    Sin embargo, la posibilidad de una nueva alianza anti-AMLO se vino abajo con la persecución de la PGR contra Anaya. Al pretender eliminarlo por las malas, el gobierno lo fortaleció y hundió aún más a José Antonio Meade. El PRI celebra su 89 aniversario con medio cuerpo fuera de Los Pinos y la otra mitad en la sepultura.

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