El rescate de Torreón

    Por Gerardo Hernández González

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    Jorge Zermeño rindió su informe en el Teatro Nazas, donde 43 años atrás Óscar Flores Tapia –enemigo acérrimo del PAN– inició su campaña para gobernador y, donde hace dos, Miguel Riquelme anunció su separación de la alcaldía para buscar la candidatura al Gobierno que ya tenía como en la bolsa. Nazario Ortiz Garza y Braulio Fernández Aguirre (PRI) ocuparon en dos ocasiones la presidencia de Torreón. Zermeño la ha ganado tres veces: la primera en 1996, la segunda en 2017 (por un año) y la tercera en 2018 (para un periodo de tres).

    Ante el secretario de Gobierno, José María Fraustro, quien representó al gobernador Miguel Riquelme, y el líder del PAN, Marko Cortés, Zermeño habló de rezagos heredados, de inversiones en obras por 517 millones de pesos y de la captación del 25% de los nuevos empleos generados en Coahuila en 2018 (equivalente a 12 mil plazas de trabajo). “Lejos quedaron los tiempos del autoritarismo, de los mandos jerárquicos, de los alcaldes autocráticos”, advirtió.

    Demandó respeto al federalismo y a la división de poderes. “Esperamos que esta conformación de nuevas mayorías en el Congreso de la Unión no sea pretexto para volver a épocas de hegemonía ya superadas”. Con respeto al Ayuntamiento 2019-2021, dijo que “representa la pluralidad de una sociedad que no es monolítica, que no pensamos todos igual”.

    En las elecciones de julio pasado, el exembajador de México en España superó en votos al ahora presidente López Obrador. El triunfo de ambos lo explica, además de su liderazgo, el desencanto de los electores con los políticos jóvenes (Peña Nieto, los Moreira, los Duarte y otros de esa generación rapaz, soberbia e insolente). La experiencia ha terminado por vencer a la mercadotecnia, y el malestar ciudadano a las maquinarias electorales. El PRI desapareció virtualmente en La Laguna: perdió la Presidencia, las senadurías de mayoría, las tres diputaciones federales, las seis locales y las alcaldías de Torreón, San Pedro (con el PAN), Matamoros y Madero (con Morena).

    Zermeño, de 69 años, regresó a la Alcaldía después de ocho años de gobiernos priistas. Un año era insuficiente para levantar una ciudad castigada durante 12 por el moreirato. Los cambios se empiezan a apreciar. Saltillo y Torreón ofrecen todavía hoy la visión de dos mundos opuestos. Además de funcional y de tener servicios públicos de calidad, la capital es una de las más seguras del país (Inegi) y de las que mayor inversión extranjera reciben cada año. Mientras algunos sectores de Saltillo compiten con San Pedro Garza García –la ciudad más rica del país, Lamudi–, Torreón apenas empieza a dar signos de recuperación.

    Los Moreira no sólo abandonaron la ciudad: se empeñaron en destruirla. No actuaron solos, pues tuvieron de su parte a empresarios complacientes y a actores políticos apocados. La ciudad se rezagó varias décadas. “Ante esta realidad”, observó Zermeño, “decidimos recuperar la deteriorada imagen urbana del municipio, atendiendo la sentida demanda de la ciudadanía por mejorar todos los servicios públicos y el rescate de áreas verdes, canchas deportivas, agua potable, drenaje, pavimentación y seguridad pública”.

    Sin embargo, aún falta mucho por hacer. Torreón tiene una sociedad civil más activa y crítica que la de Saltillo. A ella se debe, más que a los partidos, el triunfo del PAN y de Morena en La Laguna. La capital se ha alineado a los intereses del Gobierno. Y no le ha ido mal: el poder y el presupuesto alcanza para todos. Las élites cogobiernan, como a escala nacional lo hicieron con Fox, Calderón y Peña Nieto. AMLO les plantó cara y retomó las riendas del poder. En Torreón, Zermeño ha salvado al PAN.

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