La increíble y triste historia

    Por Marcos Durán Flores

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    Ni aún la cándida Eréndira, protagonista junto a su abuela desalmada de una de las novelas clásicas de Gabriel García Márquez, recibió tantas humillaciones y violaciones a su dignidad como pasa cada que se hace públicos y virales los videos de jovencitas sosteniendo relaciones sexuales, que alguien con algo más que malicia –maldad- podríamos decir suben a las redes sociales que de inmediato invaden de el ciberespacio tornándose en pocas horas en viral y superando en visitas por cientos de miles a los videos que llaman a prevenir el cáncer; o a los que quieren mejorar nuestra educación.

    Si usted los ve, lamento decirle que fomenta la pornografía infantil pues ante su éxito, existen sitios especializados en ese tipo de vilezas. De las jóvenes expuestas, le puedo asegurar que con muchas dificultades se recuperaran del derrumbe de sus memorias, sentenciadas por la misoginia que no cede y que intentan justificar el hecho que a todas luces es un delito. Hoy día, la prostitución y la pornografía son después del narcotráfico, el segundo ingreso más lucrativo del mundo ilícito. El domingo pasado se celebró el día internacional contra la explotación sexual y el trafico de mujeres, niñas y niños, un negocio que reporta a los involucrados ganancias por más de 32 mil millones de dólares en todo el mundo. ¿Hasta dónde nos hemos degradado como humanos? que en pleno año 2018, aún esclavizamos a 2 millones de mujeres y hombres entre ellos niños y niñas, muchos, obligados a prostituirse

    Se calcula que alrededor del mundo, un millón de menores de edad, la mayoría niñas, pero también un número considerable de niños, caen todos los años en las redes del multimillonario comercio sexual. En México de acuerdo a cifras de la UNICEF, son explotados sexualmente entre 80 y 85 mil niñas y niños y ocupamos el primer lugar en difusión de pornografía infantil en el mundo. En nuestro país existen cientos de bandas dedicadas a la trata sexual de personas. La Oficina de las Naciones Unidas para el control de las Drogas y la Prevención del Delito (ONUDD), asegura que nuestro país es fuente, tránsito y destino de la explotación sexual comercial y del trabajo forzado. Los más vulnerables son como siempre las mujeres y los niños, los indígenas y los migrantes indocumentados. Por supuesto y también como siempre, la impunidad y la pobreza son los obstáculos para combatir esta infamia.

    Pero hay avances. Hace años, el Senado mexicano aprobó reformas a la ley en materia de combate a la trata de personas para añadir agravantes, nuevas conductas delictivas y sanciones más severas. La reforma ahora precisa la variedad de delitos que pueden ser considerados como trata de personas, como la explotación con fines pornográficos, el turismo sexual de menores de edad, el matrimonio forzado, el embarazo forzado, la servidumbre forzada, para extraer órganos y el reclutamiento forzado en un grupo armado. La ley incluye obligaciones para la autoridad que asista a las víctimas y agrega principios internacionales como la protección a la vida, la dignidad humana, la libertad, la seguridad y los derechos de las víctimas, y establece que se protejan su identidad y cualquier información que pudiera volver a victimizarla. Pero casi todo en México, las leyes esta diseñadas para que no funcionen y si llegan a funcionar, la vida real se sigue imponiendo pues en México se prostituye a niños y a niñas esclavizándolos y repitiendo día a día el viento de sus desgracias pues algunos adultos enfermos, solo así, logran satisfacer sus vidas miserables, su inmundicia.

    Esta es la increíble y triste historia, pero no de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. Esta es una historia no del realismo mágico, esto es realismo trágico, pues día a día, miles de niños y niñas son obligados a la depravación y tal como Eréndira, quisieran Correr contra el viento más veloces que un venado y que ninguna voz de este mundo los pueda detener. Llegar más allá de los vientos áridos y los atardeceres de nunca acabar y que jamás se vuelva a tener la menor noticia de ellos y ellas, ni se encuentre jamás el vestigio más ínfimo de su desgracia.

     @marcosduranf

     

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