Sin cambios…

    Por Jesús R. Cedillo

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    Observo todos los días cómo se mueve el ex crucificado de Andrés Manuel López Obrador y su equipo. No, no veo cambios. Son palabras, no hechos. ¿Es demasiado pronto para ver, escuchar, oler y sentir esos ansiados “cambios” democráticos que todo mundo anhela en México, por lo cual se votó por él y su corte y se votó a tal grado y forma que se les entregó el país entero sin contrapeso alguno y esos cambios llegarán con el paso del tiempo? ¿Es muy pronto para ver cambios en México?

    En mi opinión, no. Es ahora cuando deben de venir y ocurrir esos grandes cambios por él prometidos: flores y tallos verdes al sol, los cuales y ahora, siguen secos, como siempre. A vuela pluma y en esta ocasión, sólo abordaré eso que está tan de moda (sí lector, es moda. Es como eso del #MeeToo gringo, lo cual ha brincado al mundo. El acoso sexual a mujeres en cualquier actividad humana, pero más en la industria del entretenimiento. Pues sí, eso del acoso sexual no es nuevo y va a seguir habiendo. Con movimiento o sin él. Es cuestión de poder y el poder lo ejercen dos tipos de personas: quien lo tiene  en su momento y quien tiene harto dinero para ello. Poder y dinero, ¡qué combinación! Y justo cuando muchos hombres y hartas mujeres se rasgan vestiduras al respecto, en el reciente funeral de la “Reina del Soul”, doña Arteha Franklin, cantó la diminuta pero bien formada Ariana Grande, un reverendo no le pidió permiso a Dios ni a ella y la manoseó ante millones de espectadores en el mundo. Así es el poder, y el poder lo tiene ese reverendo, habla con Dios, vaya), la disparatada equidad de género, eso de que las mujeres son iguales que los hombres.

    AMLO en su campaña (vaya, tras poco más de 18 años en campaña, claro que iba a ganar y claro que debe de tener un discurso de generosidad hacia las mujeres) les bajó el sol, las nubes y las estrellas a las féminas. Morena arrasó por su figura mesiánica en la boleta, no por otra cosa. En Tamaulipas, por ejemplo, se votó por una candidata a Diputada Federal (“La chica del Clima” de las filas de Televisa en aquellos ardientes lugares), la cual renunció a su candidatura antes de la campaña. Lo cual ni siquiera afectó. La gente votó ese día en cascada por Morena y la llevó a la Cámara de Diputados. Ni hizo campaña y ni falta hacía. Los de Morena sólo reciben órdenes y las ejecutan. Pues fueron a votar, así de sencillo.

    Y entramos de lleno: no hay cambios, ni los habrá de fondo. La engañosa paridad o equidad de género es sólo un chascarrillo más de AMLO. En la Cámara de Diputados, hombres (259) y mujeres (241) casi ocupan el mismo número de escaños de 500 legisladores, pero los puestos de poder, donde de verdad se reparte el juego, está dominado por varones. El poder es masculino y así va a seguir siendo. El líder de los Diputados es el camaleónico Porfirio Muñoz Ledo y el líder del Senado es el inefable Martì Batres, ¿y la equidad? Usted lo sabe, hace poco más de una semana, al presentar a su círculo de confianza (círculo rojo) que lo arropará en Palacio Nacional, AMLO se decantó por siete personas… todos varones. Ana Joaquín Ruiz, Investigadora de Liderazgo lo ha dicho claramente: “Hay un reconocimiento de que somos la mitad de la población, pero falta la distribución real del poder.”

    El círculo de confianza de AMLO es masculino, sus dos más poderosos representantes son masculinos (Diputados y Senadores), ¿entonces qué ha cambiado con respecto a las maneras de gobernar del PRI? En la actualidad, de 2464 Ayuntamientos que hay en México, sólo el 12% tienen Alcaldesas como líder. De 32 Estados… sólo uno tiene Gobernadora, en Sonora. Tal vez el viejo adagio mexicano siga siendo válido: estábamos mejor, cuando estábamos peor. Volveré al tema.

     

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