El éxito, resbaladizo

    Por Gerardo Hernández González

    0
    607

    Hace 11 años inicié mi trabajo político y social desde el primer escalón”. Modestia no le falta a Manolo Jiménez Salinas –en ese lapso ha sido representante en la colonia Brisas Poniente, regidor, líder del PRI, diputado local y alcalde de Saltillo–, sino perspectiva. Cuando Óscar Flores Tapia decía entre bromas y veras que una nueva carretera pasaría por su rancho, Gerardo Dávila, su secretario particular, exclamaba: “¡Suerte de gobernador!”. Jiménez también es un político con suerte, pues infinidad de priistas empezaron antes y nunca han subido de peldaño. No por falta de méritos, sino por su condición. “Un político pobre es un pobre político”, sentenció Carlos Hank González.

    Legiones de políticos empezaron pobres, pero en el ejercicio del poder –como el profesor– se volvieron ostensiblemente ricos y prósperos empresarios. Una tarascada al presupuesto aquí, un pacto con el narcotráfico allá, asignaciones de contratos y empresas fantasmas acullá, y el futuro de varias generaciones quedaba resuelto. Coahuila está plagado de ejemplos. La deuda fue un meganegocio para políticos y banqueros inescrupulosos y un lastre eterno para millones de coahuilenses. El agravio no ha caído en el olvido y será tema en cada elección mientras permanezca impune.

    Jiménez, quien hasta ahora ha tenido un buen desempeño, no cometió el error de atribuir a su gobierno –de apenas 12 meses– el liderazgo de Saltillo en seguridad, bienestar, inversión y otros indicadores, sino al trabajo de varias administraciones (del PRI y del PAN, unas buenas, otras malas). La capital es la segunda mejor ciudad del país para vivir (Gabinete de Comunicación Estratégica). De los 48 mil nuevos empleos generados el año pasado en el estado, 24 mil correspondieron a Saltillo, informó el gobernador Riquelme. Mientras tanto, Torreón no ha podido superar el rezago acumulado en los últimos sexenios.

    En la ceremonia del 10 de diciembre, en el Museo del Desierto, hubo ausencias notorias (la de los exalcaldes Jericó Abramo, quien fue nombrado secretario de Vivienda y Ordenamiento Urbano, el 26 de diciembre, e Isidro López Villarreal; en cambio Óscar Pimentel, uno de los damnificados por la derrota del PRI en las elecciones de julio pasado, reapareció como director del Instituto Municipal de Planeación) y concurrencias aún más notables todavía. Con López Obrador en la presidencia y un Congreso dominado por Morena, el contexto político del estado y del país cambió radicalmente.

    La presencia del senador Armando Guadiana y del coordinador general del Gobierno federal, Reyes Flores Hurtado, alteró el ambiente festivo y futurista.

    El tándem de Morena atrae la atención de políticos de todos los partidos y de los grupos de poder, en especial de la élite económica. A escala nacional, AMLO empieza a poner a raya a la oligarquía, por ser una de las principales beneficiarias de la corrupción, junto con los gobiernos federal y locales, y por invadir funciones del Estado.

    En las elecciones estatales, el PRI y el PAN dejaron de estar solos. Morena trabaja para hacerse con la Gubernatura. El Congreso local –donde ahora tiene un diputado (Benito Ramírez Rosas), pues Catalina Villalobos juega con la bancada priista– se renovará en 2020; y las alcaldías, de las cuales ya ocupa las de Piedras Negras, Matamoros, Francisco I. Madero y Parras, un año después. Si el partido del Presidente aumenta su presencia en la próxima legislatura y en los municipios, la distancia que lo separa del Palacio de Gobierno será más corta. Sólo le faltará candidato. Guadiana es el primero en alzar la mano. Jiménez necesita ampliar su perspectiva y administrar el éxito, de suyo resbaladizo.

    Comentarios de Facebook