Los motivos de Jericó

    Por Gerardo Hernández González

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    Si aparecer en la boleta con Verónica Martínez, quien, lejos de sumarle votos al PRI se los aleja, significaba caminar por la cuerda floja con los ojos vendados, ocupar el segundo lugar en la fórmula para el Senado era algo que ni el propio Nik Wallenda, poseedor del récordGuinness por cruzar el Gran Cañón a 457.2 metros de altura, habría aceptado. Jericó Abramo Masso tomó el riesgo… y perdió. “Nadie me obligó” —dice—, pero es evidente que le tendieron una trampa.

    Sobre los casos emblemáticos de corrupción a escala nacional y local, como el moreirazo, advierte: «Los actos hablan por las personas. ¿Qué tiene que hacer el partido? Recibir a los mejores, evitar a los que no encajan en los tiempos por venir y fortalecer las instituciones para que sancionen a quien haya hecho uso indebido de cualquier recurso, a cualquier mexicano, no solamente en Coahuila. (…) Si hubiéramos tenido una ley de deuda pública, votada en 2016, y el SNA, que aprobamos el año pasado, no hubiera pasado ese nivel de endeudamiento».

    Abramo atribuye el fracaso del PRI no solo a la corrupción. «Son muchos factores, no solamente ese. Hay que analizar cada estado, cada municipio, cada región. Ha habido excelentes gobernantes en diferentes partes del país como ha habido pésimos. No está en mí calificarlos, sino en el ciudadano. Mi partido ha tenido muchas fortalezas y le ha aportado cosas buenas al país, y otras no tan buenas; la gente puso eso en una balanza y no lo favoreció.

    »El PRI debe reinventarse, cambiar de nombre, de colores y algunas formas de elegir a sus candidatos, darle oportunidad a quienes han construido una carrera eficiente, y a los cuales, luego, se les cierran las puertas porque no le convienen. Más trabajo y menos grilla. (…) Los ciudadanos querían un cambio y está en Morena, el PRI, el PAN y todos los partidos que sobrevivieron a la elección, ponerse las pilas, reinventarse, fortalecerse y actualizarse a la nueva política nacional. Hoy empezamos a tener ciudadanos más involucrados en la toma de decisiones, algo que hace 10 o 15 años, era imposible. Estamos dando pasos, pero necesitamos pasos más grandes».

    El exalcalde se siente profeta en su tierra. «Lagente en Saltillo sí supo distinguir y nos dio su voto. Claro que me hubiera gustado mostrarles desde el Senado más cosas buenas. (…) Las instituciones son las que deben determinar quién es culpable o no. La autoridad, en su tiempo, hizo lo que tenía que hacer con las pruebas que tenía. Siendo alcalde, sin tener las nuevas áreas de disciplina financiera, hicimos las cosas mejor de lo que marcaba la ley. La gente nos pone a todos en nuestra justa dimensión, tarde o temprano».

    Por último, duda que habérsele asignado el segundo lugar en la fórmula haya sido una trampa.”Tengo un defecto: creo mucho en las personas. Siempre creo en la buena voluntad de los otros, todos los seres humanos tienen algo bueno. Claro que hay personas malas, muy malas, pero somos más los buenos. Tomé la decisión de aceptar la posición número dos, pensando que podíamos dar batalla. Logramos la votación más alta de la historia para un candidato a senador del PRI. Nunca nadie había sacado casi 448 mil votos, pero no fueron suficientes, porque efectivamente la gente estaba harta de lo mismo, más de las personas que del PRI. Fuimos uno de los cinco estados donde quedamos en segundo lugar. Como ser humano tengo que ser responsable de mis decisiones: acepté la segunda posición, nadie me obligó. No soy una persona ni traumada, ni frustrada».

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