Dos presidentes

    Por Gerardo Hernández González

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    Pocos cambios de gobierno se han hecho tan largos como el de Peña Nieto y AMLO. El primero abandonó la escena antes de las elecciones y el segundo funge sin rendir protesta todavía. Édgar London analiza el tema en el bisemanario “Espacio 4” (596).

    «Andrés Manuel López Obrador asumirá la presidencia en menos de 80 días. En el ínterin, los desafíos se multiplican y los descalabros cometidos por Enrique Peña Nieto parecen no tener fin. AMLO tomará las riendas de un país donde la corrupción campea por sus fueros en los estratos sociales y políticos. La impunidad cobija a autoridades y funcionarios de todos los partidos que desfalcan las arcas públicas. Los gobernadores imponen sus intereses con la aquiescencia de la federación. El Ejército se encarga de la seguridad y la policía, muchas veces, está del lado de los delincuentes. Salud, educación, derechos humanos, medio ambiente, sólo se recuerdan en efemérides y discursos de ocasión.

    »Para poner orden al caos llega el tabasqueño, precedido por su discurso anticorrupción y conciliatorio, de tendencia izquierdista, pero, sobre todo, intentando marcar diferencia desde un perfil propio y tan singular que a más de uno le ha hecho pensar en el surgimiento de un nuevo Hugo Chávez. Algo que el exjefe de Gobierno del Distrito Federal se apresura en desmentir.

    »No obstante, su estrategia, hasta el momento, ha sido efectiva. Está consciente de que el cambio más importante se debe evidenciar en su estilo de gobierno. Tendrá que ubicarlo en las antípodas del actual si realmente quiere que los más de 30 millones de mexicanos que apostaron por él no caigan en el desencanto y la desesperanza. Lo último que necesita México es otro fiasco como el que se vivió con Vicente Fox, símbolo de la primera alternancia, y Felipe Calderón que nada hizo para enderezar el camino de su antecesor y salvar los colores del PAN. Al contrario, uno y otro se asemejaron al PRI y terminaron por ofrecerle al pueblo más de lo mismo. Hoy, no de balde, a los dos partidos más longevos del país los tratan cual uno: el PRIAN.

    »AMLO recibirá la banda presidencial el 1 de diciembre con la leyenda “antisistema” como carta de presentación. Grandes expectativas pesan sobre sus espaldas. Para satisfacerlas tendrá que jugar un ajedrez político donde cada pieza —auge económico, combate a la corrupción, relaciones internacionales, erradicación de la violencia, defensa de las minorías, libertad de expresión, respeto al sector privado y hasta su entorno familiar— ocupe correctamente su lugar en el tablero y realice los movimientos precisos.

    »El rescate de México está en juego. Para lograrlo es preciso dignificar el ejercicio

    político —cuya estimación y confianza, están por los suelos—, recuperar la credibilidad en las instituciones y fortalecer la democracia. La tarea no es fácil. Seis años atrás, Peña Nieto fue presentado a bombo y platillo como el salvador de México. A la postre, se hundieron juntos.

    »Una de las propuestas más polémicas de AMLO consiste en combatir la violencia sin usar más violencia. Su declaración de amnistiar a los criminales causa revuelo; no todos están de acuerdo con esa estrategia, a pesar de que el líder de Morena asegura que no se trata de perdonar a asesinos, secuestradores y violadores, como se afirma. En el caso de los cárteles de la droga, la amnistía divide opiniones. Una encuesta de Parametría reveló que el 30% de los entrevistados considera efectiva la estrategia y, por lo tanto, la violencia en el país disminuiría. Otro 30%, al contrario, dijo que con el perdón la violencia aumentaría, mientras que un 28% considera que la medida no tendría ningún impacto». (Versión completa en: http:/www.espacio4.com/)

     

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