Traición política

    Por Gerardo Hernández González

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    ¿Qué tan mal no le habrá ido al PRI en Coahuila —uno de los estados donde mejoresresultados electorales obtuvo en julio— que de siete diputaciones federales que tenía solo le quedaron dos y su fórmula para el Senado volvió a perder, esta vez no frente al PAN, sino a Morena? La representación estatal del PRI en el Congreso federal, en funciones desde el 1 de septiembre, es una de las más flacas y mediocres en su historia, sin que las previas hayan sido sobresalientes. El escaño senatorial de primera minoría lo ostenta una moreirista de pura cepa: Verónica Martínez. Dos episodios deleznables e indelebles marcaron su paso por el Congreso local en las legislaturas LVIII y LX: la legalización de la megadeuda contratada irregularmente en el gobierno de Humberto Moreira, y su servilismo en el sexenio de Rubén Moreira.

    Los diputados federales del PRI son Marta Garay (distrito 4), quien, como parte del anterior Congreso local, apoyó los desafueros de Rubén Moreira, y Fernando de las Fuentes (distrito 7), exalcalde de Saltillo y aspirante eterno al gobierno del estado. Como presidente de la LVIII legislatura, El Diablito, cuyo apodo, en diminutivo, le viene de su padre, el exgobernador José de las Fuentes, encubrió la megadeuda por más de 36 mil millones de pesos. En 2011, durante el interinato de Jorge Torres López, utilizó la aplastante mayoría del PRI y sus satélites para legalizar los pasivos. La tercera curul, de representación popular, la ocupa el jefe de Martínez, Garay y De las Fuentes: Rubén Moreira.

    En una legislatura histórica por su composición, la cual rompe el anquilosado bipartidismo PRI-PAN, le otorga al presidente electo Andrés Manuel López Obrador amplios poderesy exige de las fracciones minoritarias inteligencia, compromiso y autoridad para afrontar a la mayoría abrumadora de Morena, cuyas bancadas en la Cámara de Diputados y en el Senado lideran Porfirio Muñoz Ledo y Ricardo Monreal, Coahuila presenta a cuatro de los priistas con peor historial. ¿Qué pueden aportar Moreira, Martínez, Garay y De las Fuentes al estado y al Congreso federal? Su presencia será un recordatorio permanente de lo más vil de la política y del daño causado a Coahuila en los 12 últimos años.

    El sacrificio en los comicios de julio recayó en Jericó Abramo Masso. Con mayor trayectoria, méritos e independencia respecto a Rubén Moreira, cuya insania soportó desde la alcaldía capitalina y después como aspirante al gobierno del estado, Abramo jugó a la ruleta rusa al aceptar el segundo sitio de la fórmula encabezada por Verónica Martínez. El primer lugar le correspondía a él, pero Moreira II utilizó su influencia con Enrique Ochoa, a la sazón líder nacional del PRI, para cerrarle el paso. Jericó representaba un riesgo para los aspirantes al gobierno de Coahuila en 2023, cuya sucesión adelantó el triunfo de Morena.

    Verónica Martínez lastró a los candidatos de la coalición Todos por México. No pudo ganar siquiera en Torreón, donde, en teoría, radica su fuerza. El PRI desapareció virtualmente de La Laguna: perdió la presidencia, las senadurías de mayoría, los distritos 2 (San Pedro), 5 y 6 (Torreón) y las alcaldías de Torreón, San Pedro, Matamoros y Francisco I. Madero; en los dos últimos jamás había habido alternancia. Abramo ganó en la región sureste, donde el PRI retuvo las diputaciones de las demarcaciones 4 y 7, así como la alcaldía. Jericó aceptó ser cola de ratón y en el pecado lleva la penitencia. Quien debería ser senador es él y no Martínez, pero resultaba inconveniente para efectos sucesorios. Algo huele a podrido en Dinamarca.

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