El esprint de Anaya

    Por Gerardo Hernández González

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    Ricardo Anaya abrió un resquicio para cerrar la brecha con Andrés Manuel López Obrador. El desempeño del candidato de la coalición Por México al Frente en el debate martes arraigó la idea de que, no obstante que la diferencia entre el primero y el segundo lugar parece irremontable, en el esprint puede ganar. Es difícil, mas no imposible. Anaya lució muy superior a AMLO, mientras José Antonio Meade se apegó al libreto y sus dardos resultaron inocuos.

    Anaya entusiasmó a sus seguidores y a quienes no lo son. Su objetivo es justamente ese: atraer el voto útil, el de los indecisos y el de los abstencionistas. Los aspirantes repitieron el esquema de las contoversias previos. Cada uno habló a sus respectivas audiencias e intentó captar la simpatía de quienes siguen a los otros. Anaya ganó los tres debates, pero el mérito del último fue mayor, pues lo hizo en medio de una nueva andanada del gobierno y del PRI para colocar a Meade en segunda posición de una carrera cuya meta está a la vista. La traición de Ernesto Cordero forma parte de la estrategia para anular al candidato del PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano.

    AMLO no acudió a los careos a debatir, sino a incitar, con frases cortas y reiterativas, el voto de castigo contra el régimen. Su eslogan su campaña —invitación a hacer historia— ha resultado igualmente persuasivo, según lo reflejan las encuestas. Ni PRI (Meade) ni PAN (Anaya) es el mensaje. La corrupción, la impunidad, el abuso de poder, el enriquecimiento ilícito y la injusticia social no solo se identifican con el prianato, la presidencia de Peña Nieto y los gobiernos estatales, sino con la esencia del sistema político del cual la mayoría de los mexicanos abomina.

    El líder de Morena acudió al Museo del Mundo Maya a flotar sobre aguas mansas y a entrenar como presidente. En esa virtualidad anunció el nombramiento de María Elena Álvarez-Buylla Roces, especializada en ecología evolutiva del desarrollo y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2017, como directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), ante la perplejidad del candidato de Todos por México.

    Las cualidades de Meade y su trayectoria en la administración pública no le brindan la fuerza necesaria para soportar el descrédito de un gobierno donde ocupó puestos clave (Relaciones Exteriores, Hacienda y Sedesol). Afirmar que los recortes presupuestarios no incluyeron al sector salud, sino que, al contrario, los servicios mejoraron, agravia a millones de mexicanos sin acceso

    a ellos e incluso a los afiliados. El sistema está colapsado, como lo advirtieron AMLO y Anaya. El deterioro de la infraestructura y la falta de medicamentos ponen en riesgo la vida de millones de personas. La crisis será mayor si el próximo gobierno evade el tema.

    El candidato de Morena aprovechó su experiencia de gobierno y su contacto con la realidad para exhibir al presidente y refutar al candidato del PRI. Según AMLO, un hospital de 150 camas, construido durante su gestión en Ciudad de México, costó 350 millones de pesos. Una instalación de la misma capacidad, edificada en Zumpango, Estado de México, en la administración de Peña Nieto, rebasó los siete mil millones de pesos (20 veces más). La obra se asignó al grupo Higa. Sin embargo, la iniciativa contra la corrupción es ahora de Anaya.

    La promesa de crear una fiscalía especial para investigar a EPN, a Meade y a los involucrados en los escándalos de la Casa Blanca, Odebrecht y La Estafa Maestra, subieron sus bonos en un momento crucial.

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